y los bancos que no devuelven nada

04 may 2020 / 08:57 H.
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José Castro Veiga, “Piloto”. El 10 marzo de 1965 fue asesinado, en Galicia, el último guerrillero español de la lucha antifranquista. Sí, claro que soy antifascista. Y sí, a pesar de los asesinatos y torturas a familiares y amigos, ya veis, en el 65. Era comunista. En Jaén, también los tuvimos: Tomás Villén Roldán, “Cencerro”, asesinado en 1947 por luchar contra el régimen franquista. También era comunista. Historia, de la buena, de la que nos esconden, de la que condenan al olvido, de la quieren borrar del recuerdo. Aunque me genera cierto complejo ser yo el que hable, cuándo, esta misma semana, otros lo han hecho mejor que yo. El vicepresidente de España, Pablo Iglesias, dio una lección en el Congreso de los Diputados a los fascistas. A todos ellos. El Partido Comunista, en España el PCE, fue el único que estuvo luchando contra la dictadura en España, incluso después del golpe de Estado que dio el PSOE contra Juan Negrín en marzo de 1939. En Francia, Italia o Rusia, los comunistas, son héroes; aquí, los villanos rojos que justificaron a Francisco Franco con los capitalistas occidentales, que preferían una España con dictador y empobrecida, a una República libre y fuerte. Pero, incluso a estos burgueses, hay una cosa que les gusta aún menos: que su dinero merme. Se repitió, en el Congreso español, el primer capítulo de la Segunda Guerra Mundial: el capitalismo espoleando al fascismo contra el comunismo, hasta que el segundo decide volverse contra el primero.

Normalmente no suelo escribir para gente que no quiere escuchar, pero hoy, voy a apelar a ese orgullo del que tanto se vanaglorian, a ese afán de pisar para esconder sus complejos, para ver hasta dónde alcanza su capacidad de sumisión. Otro Pablo: Motos. Un tipo sin talento que va de listillo por la vida, juzgando actos según sus intereses y que blanquea a los malos en los salones familiares, a ti, cuñado, que tanto te gusta monopolizar conversaciones entre amigos y familiares, ¿no se te llevan los demonios cuándo ves que alguien, sin tener ni puta idea de nada, se permite el lujo de opinar de todo? Mi padre siempre me dice que, cuando escriba, jamás ataque a los defectos físicos de la gente, así que no lo haré; pero se ve que él, Motos, también tiene esa licencia, además de la de babear a todas las mujeres que lleva, la de, noche tras noche, criticar a todos los políticos que no gustan de aguiluchos o del yugo y las flechas. Más: Bertín Osborne. Lo último que sé suyo es que aparecía en un vídeo, en el sofá de su casa, dando lecciones de patriotismo, (por lo visto, hay otro más reciente en el que, sin ir ebrio, dice las mismas tonterías), un tío que, 13 años después y obligado por Hacienda, devolvía 5 millones de euros robados a España, cuando se destaparon los Papeles de Panamá. Entiendo que no guste pensar, y que, veas sus pulseritas y dices, este es mi amigo, pero, ahora que sabes que te roba, ¿vas a ser igual que Álvaro Ojeda y encararte con el presentador para bramar, que tú decides quién te roba? Un poco triste, saber que van a abusar de ti, pero conformarse con que te dejen elegir el orden. Sigo: Jesús Candel, “Spiriman”, ni guerrillero, ni comunista, pero autoproclamado luchador. El patrón de los que nada saben y menos quieren aprender, ese que, caliente un día y envalentonado, después de una masturbación mística y trascendental, se miró al espejo y se dijo: “no temáis, yo os guiaré”. Las mascarillas Inuan KN95, la panacea en la larga travesía que prometía este mesías de Youtube, retiradas por el Gobierno andaluz. Se ve que con éstas, a diferencia de las que han entregado ellos, de caducidad en 2014, no hacían negocio. El último: ¿recordáis la crisis de 2008? Cada uno sabrá donde estaba hace 12 años, yo, por las fechas, estudiando Bachillerato; Juan Carlos de Borbón, parece ser, presuntamente, que sacando maletines llenos de dinero a Suiza. Hablando de 2008 hubo rescate a los bancos, ¿no? No sé qué milonga de que si los enriquecidos no desayunaban caviar, los empobrecidos no podían cenar mortadela. Bueno, unos 60.000 millones de euros de dinero público. Se defienden, que la cosa no está para préstamos. Sí, habéis oído bien, que dicen que, lo que nosotros les dejamos a ellos, que no nos lo pueden devolver. Ni que fuera nuestro. Eso sin contar variables, porque los 60 mil de 2008 seguro que son más en 2020. ¿O no me leéis, con la vocecilla del banquero de turno, cuando os explica por qué pagáis más cada año por las hipotecas? A estas alturas, tú, que no haces fraude fiscal, vas a trabajar cada día y eres capaz de convivir con vecinos que piensan diferente, humillado creo que es la palabra que estás buscando. Esos mismos que te dicen a quién ladrarle y cómo tienes que vivir, festejan tu estupidez y sumisión brindando con lo que acaban de robarte de los bolsillos. ¿Despiertas ya?

Este Pablo se ha atragantado, pero vamos con el último: el que con el “FRAc” está “CASADO”. Si hay alguien que todavía se pregunte cómo Rajoy pudo gobernar España saliendo de la nada, será porque no es capaz de ver el paralelismo con la actualidad: porque José María Aznar así lo dispuso. ¿Entonces, en el siglo XXI, qué se puede gobernar siendo el hijo de...? Pues muchas cosas, la verdad, entre ellas, este país, pero creo que un instituto estadounidense, de esos de las películas, de taquillas y ponche en los bailes, puede ilustrarlo mejor. El niño aparentemente enriquecido, el hijo de papá, que se pasea por los pasillos sin mochila, abusando de los que débiles porque se sabe intocable. Ése puede ser nuestro Pablo, el chico popular, el que representa la sumisión al linaje sobre la meritocracia, el de: mis credenciales son mis apellidos y mis méritos los de los demás. Vuelve locas a todas las chicas. Mentira. A algunas chicas. Falso. Vale, hay un tipo muy particular de adolescente, que flojea las piernas cada vez que pasa a su lado: la futura mujer florero. Ésta que no hace nada, ni dice nada, ¿para qué? Si ya, en su nombre, su hombre, responde como corresponde. Hay una en especial, que suspira cada vez que piensa en él: Isabel. Es por eso, que, tras muchos años a la sombra, sin poder hablar, porque la verdad es que no tiene nada que decir, ha decidido que, éste, será su año. Los mismos que aún se preguntan por Rajoy y Casado, no saben cómo, ha llegado a ser la delegada de la clase o las nuevas mochilas de algunos niños del aula, nos ayuden a ver la mano en la sombra del tito Aznar. Pero no importa, es delegada, y eso le da cierto poder. Su primera medida, han sido pizzas y hamburguesas para comer todos los días, porque sí, “¡fuck the police!” Aun así, no consigue llamar la atención de su aparente amado. Faltó, para salir a fumar, a la reunión de delegados de curso; se maquilló, con máscara de pestañas de la mala, para que, cuando lagrimeara un poco en la iglesia, sus lacayos, la fotografiaran; ni por esas. Seguía siendo invisible. Era repetidora, y mayor que Pablo, pero Isabel, era ignorada. Lo tenía: iba a dar una gran fiesta: el fiestón de las fiestitas. Iba a liarla en el pabellón del instituto, el Ifema. Había escuchado algo de que había piojos por toda la ciudad, pero ella, no terminaba de creérselo, pues no los veía. Así que repartió invitaciones para su cumpleaños a todos sus conocidos, amigos y familiares, para tener una excusa y quedar con Pablito. Esta vez, no se le escapaba. La celebración fue por todo lo alto: piojos, fotitos, abrazos, postureo, irresponsabilidad, los malos los rojos, etcétera. Por fin lo había conseguido: ya era una chica ‘pepé’. Tan feliz estaba ella porque el propio Pablo la felicitaba, que, cuando vio cómo desde el fondo, un nutrido grupo de arpías, la miraban, la euforia cambió por celos. Éstas eran las que de verdad partían el bacalao las titas del club: Aguirre y Gil de Biedma, Sáenz de Santamaría y Cospedal García, la vieja guardia. Isabel, mira de reojo a las veteranas mientras, como abeja reina, da órdenes a sus obreras: Álvarez de Toledo, Pastor Julián y Hoyo Juliá, se ponen manos a la obra, saben lo que tienen que hacer. Su vida vuelve a tener sentido, ya no quiere ser chicas ‘pepé’, lo que Díaz Ayuso quiere, es ser una chica mala.

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