Isabel Zendal

12 dic 2016 / 12:06 H.

Mujer abnegada, luchadora, fraguada en mil batallas, de las peores, de las que se libran contra el hambre y la miseria y protagonista de la que se considera la primera gran expedición humanitaria de la historia. Isabel Zendal, gallega de raza, es hoy en día considerada la primera enfermera de la sanidad pública, reconocida así por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque aún la historia no le ha hecho justicia, ya empieza a haber movimientos por parte de los colectivos, organizaciones y medios de comunicación para colocar a estar gran mujer en el lugar que se merece. Desde que conocí su historia, no hace mucho, en una reunión de trabajo en la capital de España, me ha llamado poderosamente la atención. Cómo una mujer, en aquella época (nació a finales del siglo XVIII) protagonizó la mayor gesta sanitaria de la que se tenga constancia. Les cuento. Isabel Zendal Gómez nació en el seno de una familia pobre de solemnidad, en el municipio de Ordes, en la provincia de La Coruña. Madre soltera, se fue haciendo a sí misma, enfrentando con valentía y pundonor los avatares de la vida. Durante su trabajo en una inclusa, cuidando y dando afecto a los niños que allí vivían, fue llamada para formar parte de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, organizada por el rey Carlos IV y dirigida por el médico militar Francisco Xavier Balmis. Esta expedición estuvo formada por un grupo de valientes expertos y profesionales de la época para una misión, financiada por la Real Hacienda, que tenía el objetivo de hacer llegar de forma gratuita a todos los rincones de los territorios de la corona española la vacuna contra la viruela. Zendal fue la elegida para que se integrara en el grupo para la encomiable labor de llevar por el inmenso territorio que pertenecía a la corona española, una buena parte del continente americano y las islas Filipinas, la vacuna de la viruela, que tantas muertes ocasionó durante siglos a toda la humanidad, sin excepción de zonas, clases sociales o sexos. El 30 de noviembre de 1803, el “María Pita” zarpa del puerto de La Coruña con dirección a las costas del continente americano. El cometido de Zendal era cuidar a los 22 niños, de 3 a 9 años, procedentes de diferentes hospicios, niños que no habían pasado la viruela, a los que se les suministraba cada 9 o 10 días, en sus brazos, la vacuna de la viruela con el objetivo de asegurar que pudiese llegar activa durante el largo viaje en barco. Entre esos menores se encontraba su propio hijo, Benito Vélez. Arrancaba así una historia de un grupo de personas, innovadoras y adelantadas a su tiempo, que hoy en día supone una de las expediciones más relevantes y destacadas en beneficio del ser humano. Según los datos recopilados, la expedición llega a Santa Cruz de Tenerife y allí pasan un mes vacunando. Salen de Canarias el 6 de enero de 1804 y llegan a Puerto Rico el 9 de febrero. Casi un año más tarde, ponen rumbo a Filipinas con un grupo de 26 niños mexicanos. Manila es el siguiente destino, allí llegan el 15 de abril de 1805 y el 14 de agosto de 1809 la expedición regresa a Acapulco, e Isabel permanece en Puebla con su hijo. Ya no volverían a España. El año pasado, el escritor Javier Moro (Premio Planeta en 2011 con El imperio eres tú) publicó el libro A flor de piel, la historia novelada de esta enfermera gallega que es y debe ser un ejemplo para la enfermería no solo nacional sino mundial. En su libro, Moro cuenta la mayor proeza humanitaria de la historia, una ambiciosa expedición que fue posible gracias al valor de los más frágiles, a la fortaleza de una mujer apasionante, y a dos hombres que se embarcaron en una aventura que cambió el rumbo de la Historia. No sé ustedes, pero yo estoy fascinado con esta aventura. Me retrotraigo en el tiempo e intento ser consciente, como persona, pero también como enfermero, de las miserias, de las fatigas, del desaliento y las adversidades a las que tuvieron que sobreponerse. La historia de Isabel Zendal por fin se pone al descubierto. Un ejemplo como mujer, un ejemplo como enfermera, la madre de la enfermería en nuestro país, que ya en tiempos pretéritos protagonizó una misión humanitaria de la que posteriormente se ha beneficiado todo el mundo. Fue el primer programa de vacunación en masa de la historia y no existe misión filantrópica de una magnitud comparable.