Jaén se vacía

11 dic 2016 / 11:23 H.

El libro, muy recomendable, de Sergio del Molino “La España vacía” constata un hecho desesperante: hay que viajar a lo más duro de la tundra de Escandinavia para encontrar despoblado como aquí. La concentración en las grandes urbes es patente y los pueblos están envejecidos y olvidados en cuanto a recursos y servicios. Jaén, decían los geógrafos, tenía una característica especial: la población estaba muy repartida y la capitalidad de la ciudad no sumaba el mayor número de población, como ocurre en el resto de provincias. Este hecho planteaba una población fijada al territorio, en unos casos de manera artificial, por medio de ayudas del PER y en otros, aparentemente más natural, porque el olivar ha hecho de industria necesitada de poblaciones fijas. Qui-
tando el despoblado histórico de Segura y las Villas, la población se ha mantenido desde hace unos 40 años hasta que en unos pocos ha cambiado hacia la España vacía de que habla Del Molino. ¿Causas? muchas, una directa producto de políticas que no han conseguido fijar la población, porque han robado al campo su principal atractivo: la idea de que se vive más libre y apegado a lo propio. Una vez más han conseguido ningunear todo valor simbólico y cultural obligando a la gente, con más formación y deseos, a irse. La pena es que también se marchan del país y como en la emigración de los 50 y 60, esto sólo puede definirse en términos de desastre social y desolación en lo personal.