Jaén se viste de verano

26 jul 2017 / 10:50 H.

Llegados ya estos días de finales de julio, nuestra ciudad está plenamente preparada para adoptar esos matices que la caracterizan todos los veranos. Calor, mucho calor. Jaén medio deshabitado. Carteles que anuncian próximos cierres por vacaciones. Cerveza, extraordinariamente, fresquita. Tardes adormecidas e interminables, hasta que el último rayo de sol, deja asomarnos a la calle. Y, finalmente, con la oscuridad del día, presencia humana, aunque reducida, arremolinada, sólo, en las terrazas. Así se viste nuestra ciudad para el verano. Y es que, hemos aprendido que, por estas fechas, en nuestra tierra, no resulta nada fácil, continuar con el ritmo habitual que llevamos en el resto de épocas del año. Lo único que varia, de un verano para otro, son los temas de las conversaciones. Pese a que lo habitual es que, cuando llega el calor, parece que las noticias se ralentizan y disminuyen, llevamos un par de años que los acontecimientos se agolpan incesantemente, al tiempo que preparamos maletas y organizamos nuestro descanso. El pasado año no había reunión, familiar, social o laboral, que no saliera de coletilla el típico comentario referido a las elecciones generales que, para asombro de todos, tuvieron lugar el 26 de junio. En pleno verano. España estuvo más de 300 días con un gobierno en funciones, lo que fue motivo de preocupación, para unos más que para otros, y nuestro país fue centro de atención de miradas internacionales. Este verano, la actualidad también viene pisando fuerte y nos mantiene enganchados, pese al calor. La detención de Ángel María Villar, por supuestos manejos económicos en provecho propio, la muerte de Miguel Blesa, que resultó ser suicidio y la denuncia de la Agencia Tributaria a Cristiano Ronaldo, por, presuntamente, defraudar quince millones de euros en cuatro años. Pero hay un tema que no cambia, y es el proceso soberanista y la reivindicación de la independencia de Cataluña, cuyo tema, tan manido ya, prácticamente nos está dejando de interesar, lo más mínimo, en contra del que, preveo, es el único fin perseguido por quienes lo sustentan.