Jaén siempre dio más de lo que recibió

07 sep 2016 / 19:00 H.

Han pasado más de cuarenta años desde el óbito de la dictadura. Demasiado tiempo para no entender que ese largo periodo está periclitado y nuevos modos de hacer y nuevas formas de interpretar la realidad han de asentarse entre nosotros. Tal vez esas nuevas bases se están discutiendo estos días en los que, ayunos de gobierno, caminamos por un desfiladero que amenaza peligros. Y bastante en la cola está nuestra provincia para que no apretemos los dientes y demandemos otro tratamiento para una tierra que, a lo largo de la historia, dio más que recibió. Infinitamente más. Sin olvidar en ningún momento que las administraciones no son sucursales de milagros ni hacedores de magia. En todo caso facilitadores de instrumentos para hacer posible el progreso. La riqueza es la consecuencia del trabajo acumulado, de la inversión adecuada y de la productividad rentable. Y de eso sabe más el empresario que el político.

Así pues, dejemos atrás sambenitos que quitaban sueños y arrojemos a la conciencia de quienes puedan ayudar que es hora de que se nos devuelva algo de lo entregado. Sangre de Jaén corrió por las Navas y Bailén. En el siglo pasado nuestros mejores brazos ayudaron a enriquecer a parte de Europa y de manera especial a esa Cataluña que, ahora, con el beneficio en la mano, quiere largarse. Y no entro por obvio en el desarraigo de familias separadas porque comer era una aventura que en la propia tierra no era posible. Y más recientemente, Jaén y provincia ha sido el más grueso caladero de votantes que ha tenido para gobernar Andalucía el partido que ostenta la defensa teórica de la clase obrera. Así que lo primero, respeto, y lo segundo, a empezar a exigir parte de lo entregado. Los primeros, los alcaldes y concejales de los pueblos que conocen como nadie el catálogo de necesidades. Y dejen ya a un lado la lapidaria frase, de la que se apropiaron unos y otros, de Don Arfonzo “el que ze mueva no zale en la foto” que a algunos se les nota demasiado que alquilaron estancia junto al estudio del señor retratista.

Pero abandonemos la resignación y pensemos de partida con qué contamos, qué tenemos, cuales son nuestros recursos. ¿Somos acaso solemnemente pobres? ¿Nada realizable tenemos que nos obligue a ser el dorsal cincuenta y uno de cincuenta y dos participantes? ¿Tan escasa es nuestra manera de producir que nos lleve a tener la mitad de la renta per capita del líder de la carrera? Rotundamente no. Los nuevos tiempos exigen, por dejar alguna idea, mejores comunicaciones. Sería bueno para Jaén que se exigiera como prioridad la unión por autovía de Úbeda con Albacete y el Levante. Y unir Málaga con la meseta convirtiendo en autovía el tramo Martos Lucena. Cuánto trabajo crearían en hostelería y servicios esas dos obras amén de contar con miles de visitantes que, aunque de paso, muchos se prendarían de nuestras bellezas naturales y la actividad turística se vería enriquecida. Y no hablemos de aceite. Por fortuna, vamos mejorando en afianzar calidades y procesos de comercialización, pero irrita, y les invito a comprobarlo, que vean páginas de internet con los precios que, aceites de Bailén, de Canena, de Martos y de otros lugares, tienen en el gigante estadounidense. No sabemos acaso terminar el proceso comercial y apropiarnos de esos abusivos márgenes de intermediación.

Y por añadir una tercera vía hablemos de cirugía mental. Sí, esa que hace falta en cada uno de nosotros. Preguntémonos, parafraseando a Kennedy, qué hacemos cada uno por nuestra provincia en lugar de pedir que siempre haya alguien que nos saque las castañas del fuego o que nos dé peces sin pedirle que nos enseñe a pescar. Y vuelvo la mirada a Don Antonio Machado cuando, al preguntar al bedel del instituto de Baeza al que llegaba como profesor por el director, recibió aquella respuesta tan célebre: está en la agonía. Repuesto del estupor le explicaron que la agonía era el nombre que recibía el casino del pueblo en el que los olivareros hacían preces por la deseada lluvia. Entonces a nadie se le ocurría que en vez de esperar debían arremangarse y cavar para buscar agua. Concluyamos mirando arriba... Pongamos que hablo de Jaén. Mejor pongámonos a trabajar por Jaén. Y pidamos lo que nos pertenece. Damos mucho y se nos devuelve poco.