Jaén también existe

17 jun 2017 / 11:05 H.

El titular por obvio no debería pasar el corte. Pero esta crónica tiene más de mensaje en una botella que de bando para la parroquia. Así que si le duele algo Jaén más vale que no continúe leyendo, no por falta de interés, sino porque este rosario, este rezo íntimo que susurramos entre dientes, con todos sus misterios, se lo sabe de memoria.

Hoy, una manifestación, bajo el lema “Jaén merece más”, pretende situarnos en el mapa del olvido de España. Quizá, si las crónicas del calor lo permiten, arañemos treinta segundos en los informativos nacionales para gritar que estos olivareros altivos están hasta el mismo fruto del ninguneo militante y del cliché. Son lentejas, nos dicen. Estamos citados esos miles de ecos individuales que lamentan a diario cómo Jaén es apartada presupuestariamente de todas las rutas y cómo los compromisos con la provincia y la capital siempre pueden esperar, relegarse, olvidarse. Cómo los malos tratantes nos tienen cogidos por unas vanas promesas de pago, pero despilfarraron el crédito. La falta de una conciencia colectiva frente al espíritu de cuadrilla unida solo para la campaña, nos lastra. En nuestro pecado está nuestra penitencia. Lo que se dirime ahora es si legamos a las siguientes generaciones la misma foto en blanco y negro, cada vez más deteriorada. ¿Dejamos nuestro cirio para que nuestros hijos sigan en esta procesión?

En 1999, Teruel tomó conciencia de que no era normal tanto ostracismo e hizo bueno un grito con el que mantener despiertos a los servidores de lo público. “Teruel existe” fue su lema. Arañaron unos cuantos planes Activa y, como mal menor, frenaron una sangría poblacional alarmante. De herencia quedó un colectivo atento a los desmanes y los olvidos. Los datos demográficos no son comparables, pero el cómo nos echaron fuera de la carretera tiene el mismo “modus operandi”. Solo en sociedades exigentes que velan por el conjunto de la comunidad hay progreso y aquí hemos sido complacientes con el reparto del pastel, por más que nunca nos tocara la guinda. Dicho de otro modo, siempre dejamos que sean otros los que corten y tenemos poco peso específico cuando se toman las decisiones. No creen en nosotros y nosotros hemos dejado de creerles. La fe se pierde cuando los panes y los peces se reparten con tan poco criterio.

Las peticiones de esta plataforma ciudadana son compartidas en la barra, en el mercado, en la tertulia después del partido, pero, aunque coincidamos en el análisis, somos incapaces como sociedad de revertir la situación. Estamos aislados por tren porque así lo quisieron y así hemos dejado hacer. Quedan muchos kilómetros de autovía pendientes, siempre pendientes, de hacer. Todas las ciudades de la Justicia, de la Sanidad están en los reinos de Narnia, ese territorio fantástico, imaginario, idílico que debe lindar con nuestra Atlántida. Todas esas cuentas están pendientes y abiertas.

Este lamento se capitaliza hoy en Jaén, pero es compartido porque la falta de determinadas infraestructuras atenaza a toda la provincia. Una lástima que este grito no haya encontrado eco o no se haya sabido compartir con el resto de unos municipios que pierden también población por la falta de oportunidades. La causa y la bandera es la misma. Es fin de semana, y hay planes para la playa, la sierra, la familia y esta ciudad, sin embargo, no tiene plan, está perdida y pide desde hace tiempo más atención, al igual que la provincia. Queda pendiente un buen grito, no contra nadie, contra nosotros mismos, para desentumecernos. Por nuestra indolencia, por delegar en extremo y no exigir como es debido. Los partidos no estarán en la cabecera de esta concentración, pero son los verdaderos protagonistas de la misma. Deben tomar nota si de verdad quieren representar a esta tierra de la mejor forma posible: nadando contra corriente.