La Candelaria y San Blas

01 feb 2017 / 12:21 H.

Llega el año nuevo chino, la fiesta más importante de aquella cultura, y millones de ellos viajan a su tierra desde todo el mundo para pasar estos días con la familia. En los noticiarios dragones de vivos colores, seres mitológicos que a nosotros nos parecen terribles, pero para ellos son símbolos de riqueza y prosperidad. A partir de este y otros casos, nos admira la inmensa variedad de creencias, ideas y figuras emblemáticas existentes en la inmensa variedad de culturas actuales, y todas se han formado poco a poco a lo largo de los siglos. Volviendo la mirada a nuestra comarca, nos encontramos en estos días con dos fiestas típicas mediterráneas, relacionadas con la luz y el pan de trigo: son las de la Candelaria y San Blas, en los días 2 y 3 de febrero, respectivamente. La primera es una celebración relacionada con la luz, un ente misterioso que disipa las tinieblas, levanta el ánimo y libera del miedo a la oscuridad. No es extraño que nuestros antepasados organizaran rituales y fiestas para ensalzar la luz liberadora, idea que el cristianismo trasladó a la figura de La Candelaria, imagen mariana a la que los devotos ofrecen velas, pero no se quedan en esto, pues guardan la vela después de la celebración y la encienden en su hogar cuando hay alguien enfermo o en una situación complicada, con la convicción de que les favorecerá. También se presenta a esta imagen a los niños nacidos en el último año con la misma esperanza benefactora. San Blas, por su parte, es protector ante las enfermedades de la garganta, pero lo más llamativo es que en su día compra la gente roscas y las lleva a bendecir para tomarlas y regalar a familiares y amigos, y muchos guardan una rosca de la que se cortará una rebanada muy fina para darla al familiar que caiga enfermo, con la esperanza de que esta “hostia de pan de San Blas” propicie su recuperación. Dos viejas tradiciones, pues, que son rasgos distintivos de nuestra cultura y parte de nuestro patrimonio.