La carta de Jaén

13 dic 2016 / 12:03 H.

La más pequeña de la familia Jaén anda un poco preocupada. Ya sabemos que estos días los peques de la casa tienen una ilusionante obligación: escribir la carta de los Reyes Magos. Pero la verdad es que a nuestra entrañable y pequeña ciudad no le gusta demasiado esta costumbre, y está hecha un lío. La joven Jaén se siente un poco condicionada por sus padres. Mamá, que es la Junta de Andalucía, le anima para que la peque pida a sus Majestades de Oriente, el paquete completo del tranvía. Pero papá Ayuntamiento no lo tiene tan claro, porque cree que es un juguete poco práctico y que le va a tocar gastarse un pastón en pilas y en mantenimiento. Y en fin, la niña está en medio y le da mucha cosa que se peleen por ella. Es más, por las noches, cuando sus padres creen que ella duerme, se ponen a discutir, y ella, que finge tener los ojos cerrados, se entera de todo, y luego tiene pesadillas y por la mañana se levanta cansada y triste. La pobre teme que como sigan así las cosas, sus padres antes o después acaben separándose por su culpa. Y no es que la vida familiar de los Jaén sea siempre conflictiva, a ella le encanta cuando mamá Junta y papá Ayuntamiento la cogen de la mano y se la llevan a poner primeras piedras o a cortar cintas e inaugurar cosas. Sobre todo cuando hay periodistas de por medio. Porque esos días se llevan fenomenal, sus papis, y todo son sonrisas y mimos. Pero cuando la prensa se marcha y se cierra de un portazo la puerta de la casa, en el hogar jiennense vuelve a reinar la frialdad conyugal habitual. Y el problema tal vez sea que no hay mucha comunicación entre ellos, y Jaén trata de reconciliarlos, pero es chica y no le hacen mucho caso. Y ahora que es Navidad, a ella le encantaría que papá y mamá, que en el fondo son muy buenos y solo quieren lo mejor para ella, se juntaran más y montaran el árbol y el belén en familia. Pero es muy complicado, bastante hacen viviendo bajo el mismo techo, piensa ella a veces, porque sabe que si siguen cohabitando es por no darle a la niña un disgusto. Y la verdad es que el resto de la familia no está mucho mejor: la madrina Diputación Provincial y el padrino Gobierno Central también están bastante irritados, y los hermanos mayores: los partidos políticos, andan todos a la gresca a la menor oportunidad. Menuda familia desestructurada. Lo que ella espera es que este año, al menos, en la cena de Nochevieja, después de la segunda cerveza y del tercer vino, no se arme el follón de todos los años cuando empiecen a discutir de política, y la niña desea con todas sus fuerzas que no acaben como alguna que otra vez, tirándose a la cabeza las uvas y los platos en lugar del confeti y las serpentinas. El caso es que la pequeña Jaén, con lagrimillas en los ojos, al escribir su carta a los Reyes Magos, no pide un nuevo tren, más rápido y con más vías que el que tiene ahora, ni un juego de médicos con mejores instalaciones, ni dinero para libros ni para teatros que tanto le enseñan y le divierten. No señor, la pequeña Jaén, con lagrimillas en los ojos, con su preciosa caligrafía de niña voluntariosa y aplicada, ha escrito a los Reyes Magos, que lo que más quiere en el mundo es que su mamá y su papá y el resto de los que viven en casa, vuelvas a ser todos, de nuevo, una familia de verdad.