La desidia y el abandono

31 ene 2018 / 09:18 H.

Cada vez entenderé menos qué pasa cuando un alcalde no electo va a visitar al electo que se fue y cambia todo porque al segundo no le parece bien. Tengo la impresión de que José Enrique sigue con nosotros, en forma de espíritu, de mano negra o de yo qué sé. Pero el caso es que desde que ese señor tocó el Ayuntamiento, Jaén murió y no tiene vistas de resucitar.

Ya en su momento me pareció increíble que paralizara cualquier iniciativa que hubiera puesto en marcha el anterior equipo de gobierno, ya me pareció patético que utilizara su sillón para arreglar las calles por donde pisaban sus pies o rodaban las ruedas de su coche, ya me pareció pésimo que dejara nuestra ciudad hundida en la más triste y desoladora desidia y ruina. Pero es que el señor José Enrique sigue presente en cada paso de su alcalde a dedo. Nada sale, todo es dictatorial y a los y las jiennenses no se nos escucha. El abandono de nuestras calles, la privatización de servicios, el desoír cualquier propuesta de mejora o cambio que lleve camino de mejorar algo, es motivo de risa entre las paredes que albergan a este equipo que es el títere del que se fue y que debería meter la cabeza bajo tierra.

Me apena terriblemente ver cómo mi Jaén, la ciudad que vuelve loca, me vuelve loca ahora de tristeza. Pasear por calles donde los pequeños comercios van desapareciendo, llevar a mi hijo a parques destrozados, caminar entre ratas, descubrir con pena cómo van asfaltando las calles que impregnaban de solera nuestras vistas, observar cómo las mejoras van en pro de un grupo selecto, o lo que ellos pretenden que sea selecto, y nunca del pueblo. El amiguismo y el abandono como doctrina del alcalde electo que se fue es la escuela que sigue el que nos impusieron. Dolor, dolor del alma, de estómago y de ojos, que diríamos en la calle, al ver el pasotismo con que este Ayuntamiento trata a su ciudad y a todos los que en ella vivimos. Las cámaras habría que ponerlas en los despachos de esta gente, para averiguar cuál es el oscuro motivo por el que quieren que Jaén muera, que desaparezca y que siga en el más absoluto olvido.