La ginofobia del poder

12 dic 2016 / 12:06 H.

Hablar de mujer y poder es una provocación. En algunos individuos se traduce en brotes de cólera o un inusual rechazo temeroso y repulsivo al sexo femenino. La conquista de derechos y dignidad, por parte de las mujeres, ha sido cuestionada y ha suscitado resistencia generalizada por quienes dominan esta sociedad, en su mayoría varones. Toda mujer que ha tratado de abrirse camino entre la élite del poder en política, aquí o en cualquier parte del mundo, sabe lo vehemente que puede llegar a ser la oposición. Los reducidos espacios de poder han estado prohibidos a las mujeres. En ellos podíamos entrar mocho en mano para limpiarlos, permaneciendo lo justo para dejarlos relucientes. No se cuestiona la presencia femenina en tareas serviles. El problema es cuando una mujer comienza su legítima escalada al poder, al reconocimiento, al honor y al respeto que representa, es el momento en que cada centímetro es motivo de atroz disputa. Observadas y evaluadas por estándares no universales. Lo que se le cuestiona a una mujer nunca se cuestionaría a un hombre. El poder necesita reconocimiento público, y es en esa estancia o tránsito por el espacio público cuando se muestra de manera evidente y provocadora la ginofobia presente en cualquier espacio de poder.