La grandeza de una familia

12 ene 2017 / 11:37 H.

Leí hace no mucho tiempo que una familia significa que nadie se queda atrás, que nadie se olvida. Juanito y Luisa pueden estar orgullosos. ¡Qué gran familia han formado! Y no solo hablo de los vínculos de sangre. Voy mucho más allá. Me refiero a esa actitud que siempre han demostrado estos baezanos tan humildes como universales. Una actitud de respeto y alegría por la vida del otro, de la persona a la que dan de comer con maestría pero, sobre todo, con cariño, con mucho cariño. Quien se ha sentado a la mesa de “Casa Juanito” sabe lo que estoy diciendo. Es esa sensación de estar con los tuyos, en el hogar más confortable y protegido. Cocinar se puede aprender, pero esa cualidad para convertir al cliente en familia solo está al alcance de unos pocos. Y Luisa y Juanito —escribo en presente, porque su espíritu siempre pervivirá en su restaurante— son dos de esos elegidos. Y sus hijos han heredado esa magia para que el comensal se sienta uno más entre iguales. Es algo con lo que nace la buena gente, que se mama desde la cuna. Porque tener un buen padre y una buena madre es mejor que cien maestros. El libro de Manuela Rosa es el retrato de una familia feliz, forjada desde el amor a la cocina y, también, a las personas. Me consta que ella, que ayer se emocionó al recordar a su madre, fallecida mientras preparaba esta obra, tiene un sentido de la familia muy similar al que siempre han demostrado Luisa y Juanito. Por eso, le ha salido un trabajo tan exquisito como los platos del mítico restaurante.