La guerrera de los íberos

la que le sorprendió que hubiera casi 200 piezas de la provincia

11 dic 2017 / 08:51 H.

Nunca tuvo problemas para dormir, pero las últimas noches las pasó en vela. Ver un sueño cumplido, después de veinte años de guerra, es motivo suficiente para la vigilia. Pilar Palazón Palazón vive hoy uno de los días más importantes de su trayectoria con la apertura del Museo Internacional de Arte Íbero, un singular edificio conseguido para la ciudad y para el mundo en el que ella se convierte en una de las principales “culpables”. Jaén estará siempre en deuda con una mujer que, gracias a sus largas horas de espera en la puerta de los despachos de representantes de todos los colores políticos, consiguió proyectos que supusieron un antes y un después en la historia de la capital.

Hay que remontarse ochenta y cinco años atrás para conocer en profundidad a una jiennense ilustrada, con una formación exquisita y con una tozudez de alta capacidad. Nació en el seno de una familia acomodada, hija de un catedrático de Griego del instituto Virgen del Carmen. Estudió en la enseñanza pública y, aunque su familia se empeñó en que completara su carrera en Granada, eligió la Universidad Complutense para licenciarse en Geografía e Historia. En Madrid recibió una educación personal y ciudadana extraordinaria. Tuvo la oportunidad de quedarse en la capital de España, pero tiró para su monte, el de Santa Catalina, donde pronto empezó a despuntar en la enseñanza. Primero estuvo en la privada y, cuando abrió el instituto femenino, debutó en la pública. Era una época en la que el profesorado no numerario emprendió una sonora batalla por conseguir las comodidades profesionales de las que disfrutaban sus propios compañeros. Pilar Palazón fue la decana del Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras, un centro ubicado en la calle Madre Soledad Torres Acosta que puso la enseñanza, en aquella época franquista, patas arriba. Convocaron huelga general y ella, a la cabeza de aquellos rebeldes movimientos, empezó a estar más que señalada.

En las últimas elecciones del Movimiento, las de 1974, fue elegida por el tercer tercio, el de las instituciones culturales, concejal en el Ayuntamiento de Jaén. Era la única mujer en el salón de plenos y, además, la voz discordante. Ya pertenecía al Partido Socialista de Andalucía y, en las reuniones clandestinas con otras fuerzas políticas de izquierda, alentaba a los suyos a patalear todo lo habido y por haber en los aburridos plenos. Demasiado le debió doler la cabeza al alcalde de entonces, Antonio Herrera.

En 1979, en las primeras municipales democráticas, encabezó la candidatura del PSA, un partido que, como anécdota, hablaba de una novena provincia andaluza, la catalana. Luis Miguel Payá, de UCD, fue el más votado, pero el socialista Emilio Arroyo se convirtió en alcalde gracias al frente común formado por las agrupaciones políticas de izquierda. Pilar Palazón ejerció de teniente de alcalde y de edil de Cultura. Fue una legislatura fructífera, en la que, gracias a su constancia y empeño, se creó la Universidad Popular y, entre otras cuestiones de mayor o menor índole, la ciudad consiguió una obra de Picasso. Fue por suscripción popular. Ella recabó peseta a peseta hasta conseguir las 375.000 que costó el grabado que cuelga de las paredes del Museo Provincial. En 1986 terminó su carrera política, una etapa que compaginó con la docencia, su verdadera vocación. Lleva desde 1997 jubilada, el mismo año que empezó su eterna lucha por la creación de un Museo Íbero.

Todo comenzó con un viaje. Medio centenar de jiennenses considerados intelectuales aprovechó un puente de Santa Catalina para visitar la exposición “Los íberos, príncipes de Occidente”, en París. La delegación jiennense fue recibida en el aeropuerto con una pancarta identificada como “Los amigos de los íberos” y, ya en el interior de la muestra, comprobaron que casi doscientas de las trescientas piezas expuestas procedían de la provincia. Los Campos Elíseos estaban plagados de carteles con El Pajarillo de Huelma. Impresionante. En tierras francesas nació la asociación que todavía preside esta mujer de armas tomar y, de vuelta a casa, empezó un incesante trabajo al que se sumaron representantes políticos y jiennenses anónimos. La historia del Museo Íbero, antes y después del derribo de la vieja cárcel, da para escribir un libro. Dos décadas de pasos hacia adelante y hacia atrás que están condenados a quedar en el cajón del olvido con una inauguración que preside el Rey de España. Pilar Palazón, la “guerrera” de los íberos, está viva para contarlo. Qué más puede pedir.