La jaula de los grillos

21 dic 2016 / 12:17 H.

El grillo es el rapsoda de la noche vestido de frac rigurosamente negro. Su canto monótono es como un poema tetrástrofo de Gonzalo de Berceo, aquel monje que hizo posible que hoy medio mundo hable castellano. Quien mejor supo reconocer al grillo fue el Premio Nobel Juan Ramón Jiménez. En su “Platero y yo”, el sosiego y la paz están aseguradas cuando leemos su capítulo dedicado al grillo, ya digo, el rapsoda incansable de la noche vestida de diamantinas estrellas. Hablando de este insecto ortóptero, casi en extinción por los malignos herbicidas, me viene como anillo al dedo, pues esta España grande o menguada como la quieren convertir los erre que erre independentistas, hoy, más parece una jaula incontrolada de grillos. Vean si no, los parlamentos, el nacional y los autonómicos. Cuan gritan esos malditos, pero mal rayo me parta si en acabado esta carta no pagan caros sus gritos según el decir del célebre poeta. Insultan, despotrican, o salivean vocablo más propios de analfabetos carreteros. El espectáculo está servido. Los políticos parleros, de ahí la etimología de parlamentarios, deben medir su incoherente palabrerío y no hacer de grillos monocordes.