La mentira, la obra

22 oct 2016 / 11:38 H.

Decía Jorge Luis Borges que el teatro es un lugar en el que una persona finge ser otra, y otras fingen creerlo. Vivimos desde hace años en una sociedad acostumbrada a esos fingimientos. En Madrid se acaba de estrenar ‘La mentira’, una sensacional comedia, escrita por Florian Zeller, que plantea si se puede ser sincero al cien por cien, si es bueno mentir para no hacer daño a la pareja o a los amigos. Está protagonizada por Natalia Millán y Carlos Hipólito. Natalia Millán es una actriz colosal. Tiene presencia física e infinidad de registros. Protagonizó hace años un musical, ‘Chicago’, en el que exhibió sus cualidades para el baile. Luego hizo durante varias temporadas el monólogo ‘Cinco horas con Mario’, de Miguel Delibes, al que aportó dramatismo y un toque de sensualidad/sexualidad que el personaje no había tenido antes. Y hace un año volvió a demostrar sus cualidades en ‘Club Windermer’, una interesante versión de la obra de Oscar Wilde. En ‘La mentira’ encarna a Alicia, la mujer del personaje interpretado por Carlos Hipólito. Alicia ha descubierto al marido de su mejor amiga besando a una desconocida por la calle. ¿Debe decirlo en la cena que ambas parejas van a celebrar esa misma noche? ¿Es mejor callar? El autor, con unos diálogos brillantísimos, con un perfecto control de las situaciones, plantea, en una pieza con perfil de comedia, que linda con el vodevil, una honda reflexión sobre la verdad y la mentira dentro de las relaciones humanas. En ocasiones, nos transmite, pocas cosas pueden resultar tan dolorosas como la verdad. “Hay cierta sabiduría en no querer saberlo todo”, afirma un personaje. A todo ello, Carlos Hipólito aporta su talento inmenso como actor, que ha ido incrementando, trabajo a trabajo, desde que en el remoto 1982 interpretó en el Reina Victoria de Madrid, de manera sublime, ‘Seis personajes en busca de autor’, de Luigi Pirandello. Carlos Hipólito, una vez más, y en esta obra sobre la mentira, llena de verdad su personaje. De credibilidad. Se dice en la obra: “Mentir, a veces, es una demostración de amistad”. O bien este diálogo: “—La vida sería mucho más sencilla si todo el mundo dijera la verdad. —No, si todo el mundo dijera la verdad, la vida sería un infierno”. Por su parte, Juan Mayorga, el dramaturgo de mayor éxito desde hace años en España, se plantea en sus obras, e incluso en su vida, la posibilidad de jugar a ser otro. De imaginar que uno es otro distinto al que realmente es. Las conversaciones con Juan Mayorga resultan inolvidables. Durante la representación de ‘La mentira’, en el teatro Maravillas de Madrid, una pieza que, como todo buen teatro, resulta susceptible de varias lecturas, porque ofrece varias capas de acción, una superpuesta a la otra, imaginé que los protagonistas eran otros. Ella, una destacada política andaluza. Él, un político madrileño venido a menos. Que insiste en una frase: “—No es no, y dígame que parte del no no ha entendido”. El matrimonio interpretado por Natalia Millán y Carlos Hipólito (no siga leyendo si quiere ver la función en un viaje a Madrid) termina seriamente dañado, en una suerte de convivencia triste aunque con una delicada sonrisa fingida mientras hace ejercicios sobre el doloroso alambre de la falsedad. ¿No es no? Claudio Tolcachir, director del montaje, escribe en el programa de mano de la obra: “El mejor humor nace de la verdad, aunque sea mentira”.