La muerte
de las aves

17 ene 2018 / 09:16 H.

Resulta imposible no indignarse ante las noticias que informan sobre la terrible mortandad de aves en los tendidos eléctricos. Son miles las rapaces y otras aves que mueren electrocutadas, víctimas de la insensibilidad de las grandes empresas y la pasividad de unas Administraciones que reaccionan siempre con retraso para evitar atentados contra el medio ambiente. Esa connivencia institucional con los poderosos intereses económicos resulta más grave si lo que está en juego es la conservación de un bien social que merece ser protegido de forma prioritaria. Pero desgraciadamente en este país solo se reacciona ante las catástrofes, también las ecológicas. El riesgo es ya patente y no faltan ejemplos que llaman la atención. Tengo que referirme —siento decirlo— a una agricultura antiecológica que se extiende por los olivares de Jaén; véase también el expolio irresponsable y sin control de los acuíferos de un paraíso llamado Doñana; y sin duda la progresiva reducción de los gorriones de las ciudades. La metáfora está servida con estos últimos, porque resulta difícil no sentir una cierta solidaridad, casi de clase, con los que vienen a ser la expresión más sencilla o popular de la naturaleza en un mundo urbanita.