La procesión invisible

24 mar 2016 / 17:00 H.

Aunque, lamentablemente, soy un poco descreído, el fervor de estas fechas, finalmente ha calado en mi duro corazón y he decidido planificar unos días de devoción, presenciando algunas procesiones para conectar con la espiritualidad que fluye por todos los rincones de las tierras cristianas. Sin embargo, he estado mirando el programa de desfiles de este año, y no he encontrado los que más me interesaban. Y es extraño, porque a través de los noticiarios de televisión he visto imágenes de su desarrollo, pero no especificaban el itinerario ni el horario. De todas maneras, me consta que están en marcha, y que son desfiles en los que participan interminables hileras de penitentes, aunque en lugar de velas, por la noche se iluminan con linternas; y en vez de hábitos de nazareno, suelen llevar mochilas y ropas mojadas o llenas de polvo. En realidad, no están flanqueados por soldados romanos con lanzas en ristre, sino por las autoridades de turno encargadas de llevar a la práctica el trámite de deportación. En lugar de incienso, ellos han dejado atrás el olor a pólvora, y llevan consigo el sudor y el miedo que exhalan los conflictos bélicos. Pero, sus procedencias son similares, todos ellos tienen su origen en Oriente Próximo, Jerusalén y Damasco, son tierras próximas. Y, por supuesto, en estas procesiones alternativas no faltan las víctimas de la impiedad, las dolorosas, ni los inocentes recorriendo su vía crucis. Pero ellos no son de madera. Su dolor no es iconográfico. Su pasión no necesita de cornetas y tambores para ser exaltada. Sin embargo, su calvario, su desolación no congrega multitudes alrededor, es anónimo su desfile de aflicciones. Son las otras procesiones. Es otra Semana Santa que se prolonga inextinguible en el tiempo. Son los desfiles invisibles. A mí me habría encantado sentarme en la orilla de su fluir cansino, para comer unas pipas reflexionando fugazmente sobre la aflicción y los valores de nuestra religiosidad cristiana y nuestra ética occidental, pero me ha resultado imposible encontrar su recorrido en el folleto procesional. Qué lástima.