La provincia en clave de tristeza

29 sep 2016 / 19:00 H.

No es fácil escribir sobre la evolución de la situación de la provincia de Jaén sin caer en estados de preocupación que no son sino meras constataciones de lo que confirman los indicadores económicos de los últimos años. Ahora no vive una encrucijada fácil ni, desgraciadamente, halagüeña. No soy capaz de señalar los motivos, aunque los sospecho, pero sí las consecuencias que se desprenden de las tendencias de los datos a los que cualquiera tiene acceso. En primer lugar, la atracción de proyectos foráneos y la propensión a que se animen a hacerlo los habitantes de una provincia pueden medirse por la inversión en obra pública de las administraciones que permita el crecimiento de un territorio. Siguiendo datos de Seopan, la asociación nacional de empresas constructoras, la licitación de obra pública en nuestra provincia fue de 328 millones de euros de media anual en la primera década de este siglo. Desde 2011 a 2015, la media anual se ha reducido hasta los 107 millones, la tercera parte. El año de mayor inversión fue 2008, con casi 1.000 millones en licitaciones públicas. En 2015, apenas llega a 74 millones. Pero si comparamos los datos de 2015 con los mismos de 2016, en el primer semestre pasamos de 43 millones a 25 millones en 2016. Posiblemente acabe este año siendo el peor desde el año 2000. Si no atraemos proyectos que puedan consolidarse, al menos podríamos atraer ingresos corrientes provenientes de los visitantes. Siguiendo datos del INE, relacionados con el turismo en nuestra provincia, la media anual de turistas en la primera década fue de algo más de 530 mil personas, por 466 mil en los años que llevamos de la siguiente, aumentando el peso de los nacionales sobre los extranjeros, ya un 85%, y manteniendo los días de estancia media, que apenas sobrepasa el día y pico. En el conjunto de Andalucía, la estancia media roza los tres días. Mucho se ha oído y escrito sobre la potencialidad de nuestro turismo, de la necesidad de ser uno de los pilares alternativos a los tradicionales en nuestra economía provincial, pero se ha retrocedido en afluencia y apenas hemos sido capaces de aumentar su retención en los últimos quince años. La redacción de este periódico hace poco se hizo eco de una oportunidad más que se ha dejado pasar, concretamente con la campaña “Andalucía Soul” para atraer a extranjeros asiáticos, que ha sido promovida por Sevilla, Córdoba, Granada y Málaga. Parece que, una vez más, nuestro tramo de nacional IV servirá para el trasiego de esos turistas, y nada más. “Desesperante” calificaba este periódico esa nueva oportunidad perdida. Siguiendo datos del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el número de trabajadores autónomos, propiamente dichos, es decir, los que no dependen laboralmente de una entidad, ya sea empresa o cooperativa, a junio de 2016 eran en nuestra provincia 27.655, más de 2.000 menos que hace diez años y lejos de los más de 30.000 que había en junio de 2007. De estos autónomos, menos de un tercio tienen menos de 40 años. Me pregunto por los resultados tangibles de tantas plataformas de emprendimiento que hay desparramadas por nuestra provincia, la mayor parte pertenecientes al sector público institucional, que parecen, por estos datos, que no son capaces de retener conocimiento. Si estos datos se cruzaran con la sangría poblacional de los últimos años hacia otras provincias o al extranjero, la tendencia sería mucho más alarmante y mucho menos esperanzadora. También con datos del INE, si se analizan los datos de creación de empresas, en 2015 se crearon 637, un número similar al del año 1996, muy lejos de las 1.109 de 2006. Desde 2008 a 2015, la media anual de constitución de nuevas empresas rondó las 615, lejos de las 830 de media que se creaban en la década anterior. ¿De quién depende que esta situación no sea la que marque definitivamente el futuro de nuestra provincia? Yo estoy convencido que nadie de fuera va a venir a echarnos una mano. Más bien la mano depende del convencimiento de nuestra situación y de que la solución la tenemos que buscar y pelear nosotros. Aunque miro a mi alrededor, y solo entono argumentos en clave de tristeza.