La soberbia

28 jun 2016 / 18:30 H.

En más de una ocasión he sido testigo de los efectos negativos que puede tener la soberbia en un colectivo, cuando brota como corona u ornamento de alguna mente considerada a sí misma superior a los elementos que le rodean. El envanecimiento o la sobrevaloración del “yo” sobre los otros, creyéndose dueño de la única y superior verdad frente a la libertad de pensamiento y opinión de los otros, que, por supuesto, no llegarán nunca a su nivel de capacidades. Esta clase de soberbia suele afectar negativamente al interés general cuando crece y se desarrolla en alguno de los estamentos de la administración. Y es curioso, pero siempre suele darse en elementos que han llegado a un determinado puesto o cargo gracias al enchufismo, el regalo, o la ilegalidad, ignorando los principios de igualdad, mérito y capacidad. Reconoceremos su faz viendo cómo se rebela ante la obediencia, o la envidia ante los valores de otros o su afán desmedido de crítica de los que envidia, sin dignidad y sin aceptar los errores propios que suelen ser muchos. Mejor camino serán siempre la humildad, la modestia, la tolerancia y el trabajo serio y riguroso.