La tierra tira

30 may 2017 / 11:38 H.

Hace pocos días, el flamante secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no estuvo muy acertado al intentar definir qué es una nación. Seguro que tampoco sabría explicar qué es la patria. Se podría decir que la patria es mucho más que una extensión de terreno donde habitan un conjunto de hombres y pueblos con un mismo destino y una misma bandera.

Quizás no se sabe bien qué es la patria hasta que no se vive mucho tiempo fuera de ella. Entonces sientes que la patria es hacia donde el corazón vuela deseando el regreso, que la patria son tu familia, tus amigos, tu paisaje, tus raíces, tus recuerdos de juventud. Me ha traído este pensamiento la reciente visita de un entrañable amigo que, nacido en Huelma, pasó su infancia y su adolescencia en nuestra capital, para marcharse muy joven a las Islas Canarias. Se asentó en Tenerife donde tuvo éxito en el comercio y formó una familia. Este fraternal amigo, Francisco Martínez Doménech, lleva ya más de 60 años en Tenerife. Eramos muy jóvenes los dos cuando nos conocimos. Vino a visitarme a Tejidos Gangas llevado por su afición y talento por el montaje de escaparates, que precisamente yo diseñaba en el desaparecido centro comercial. Nuestra amistad quedó fundida como el acero en la fragua del respeto, el cariño y profesión. Paquito sí siente lo que es la patria chica, porque para él Jaén es como el agua para un sediento. Antes venía con asiduidad. Ahora, los años van pesando y ya en los últimos encuentros, Paquito venía ayudado por un ligero bastón. La última copa la habíamos tomado hace dos años. Pero el pasado sábado, el corazón me dio un brinco cuando su hermano, Pedro, me dijo que Paquito estaba en Jaén. Nos juntamos los tres como tantas otras veces y como tantas otras veces el tema de conversación fue Jaén. La valentía de Paquito al venir solo desde Tenerife es admirable. Sólo se explica por ese amor que siente por Nuestro Padre Jesús, su hermano Pedro y por los pocos amigos que aún le quedan en nuestra ciudad. Le costaba valerse y, aunque en una mano llevaba el bastón, la otra no la traía vacía, nunca la ha traído, porque siempre fue un hombre muy generoso y detallista. En ella sujetaba una caja de puros habanos para mí. También ha visitado Huelma, la cuna que no olvida. Mi amigo Paco y su hermano Pedro me trajeron un soplo de alegría que aligeró el calor de la tarde.