La tómbola del tranvía

20 oct 2018 / 11:24 H.

Está el presidente de la Diputación Provincial, Francisco Reyes, en posición de medio centrocampista creativo, una suerte de Isco Alarcón en racha, dando pases mirando a la grada, a lo Laudrup. Ante el enésimo bochorno de tener que jugar en tierra extraña, con un afición apátrida montada en autobús para jugar en casa, organizó un tinglado macanudo en la Institución Ferial de Jaén (Ifeja) para alegría de la parroquia amarilla del Jaén Paraíso Interior. Un Ifeja que lo mismo sacude sus cimientos con los Lori Meyers, Taburete o con los goles del “Olivo mecánico” en pabellón improvisado en la meca de Expoliva y que lució muy bien. A este paso Piqué se fijará en Ifeja para una ronda de copa Davis o para una timba de póker, según le pille el cuerpo. El alcalde, Javier Márquez —guadinesca presencia la suya en el ferial— debe estar estos días otoñales estudiando el acuerdo del tranvía o la siempre intrincada estrategia electoral del PP en Andalucía. Dos mamotretos que dejarían con la vista cansada a un opositor a notario. “Crimen y castigo”, de Dostoievski, es Bamby en comparación. Debe cuidarse Márquez que al ritmo desenfrenado de la Diputación —hay un hombre en Jaén que lo hace todo, de Bedmar para más señas— el Ayuntamiento puede acabar fagocitado por el organismo provincial. Quizá el alcalde se haya reservado el dragón de la cabalgata para defenderse de las insaciables hordas socialistas que amenazan con borrarle del mapa político. Quia.

A la espera de la enésima cumbre sobre el tranvía, el viernes amaneció tontorrón. La reunión furtiva entre el alcalde y el consejero de Fomento, Felipe López —esta vez sin luces y taquígrafos; sin periodistas por si saltaban chispas— huele a otro par de vueltas en la Noria y a cuerno quemado, claro. Puede que quedaran en un recodo de San Lucas, ajenos a las miradas inoportunas del respetable, en un puesto de chatos de vino dulce, y discutieran hasta el amanecer para desesperación del tabernero, si con barquillo o no y a quién le correspondía pagarlos.

La estrategia de última hora del Ayuntamiento de renegar del pacto y buscar una artimaña es de malos tratantes. Ahora que apuramos San Lucas, dicen que, antiguamente, en las ferias de ganado con un estrechar de manos ya estaba todo cerrado, a carta cabal. Creíamos los jiennenses que con aquella foto-cumbre de aquel prometedor 11 de mayo de 2018 en la Alcaldía del Ayuntamiento se cerraba el triste episodio del tranvía. Pero no, la pintura del acuerdo se convirtió en un cuadro del Bosco, descarnado, pecaminoso y singularmente descabellado.

Los jiennenses estamos así aquejados de un síndrome de Stendhal particular, no por la belleza de las obras que contemplamos, más bien porque todo lo que nos rodea parece un campo de batalla, ruinoso. Así sobrecogidos, entre palpitaciones discurrimos en nuestro día a día, entre socavones.

En Londres, un empresario con posibles, hasta la patilla del Brexit y la salida del Reino Unido de Europa, ha colgado una pancarta que reza: “Bollocks to Brexit”, es decir, hasta los cataplines del susodicho. Aquí, de momento, ningún empresario herido por la cicatriz del tranvía y asediado por una peatonalización coja cuelga un humilde letrero que diga lo mismo del tranvía. Le sobrarían los motivos en cualquier caso, pero no caigamos en el discurso victimista.

Al cierre de este negociado, se barajaban dos nombres para encabezar la lista del PP para el Parlamento andaluz por esta tierra. Entre Juan Diego Requena, presidente provincial y alcalde de Santisteban del Puerto, y la que fuera alcaldesa de Torredonjimeno, Maribel Lozano. Mañana se habrá despejado la incógnita, pero lo que no tiene solución es el género del charco andaluz, donde se bañan gozosos líderes del PP, esta semana le tocó a la exministra García Tejerina con su “boutade” andaluza. Sembrar para recoger.