La Torre del Homenaje

07 dic 2016 / 12:24 H.

Hace algo más de un año nos lamentábamos desde estas mismas páginas del ruinoso estado de la Torre del Homenaje de Torres de Albanchez, alambrada y abandonada a su suerte. Hoy nos congratulamos de que el Ayuntamiento en pleno haya puesto interés en el tema, y el alcalde todo su empeño buscando ayudas aquí y allá, para que ya se cuente con un proyecto de rehabilitación con visos de realidad, a falta de completar su presupuesto. Asímismo es loable que administraciones distintas, como el Gobierno o la Diputación, en la medida de sus posibilidades, hayan contribuido para cubrir en su mayor parte lo presupuestado. Falta menos de un 20%. Y aquí viene nuestra extrañeza, porque la Junta, a cuyas puertas también se ha llamado, ha echado balones fuera. Es de difícil comprensión esta negativa por cuanto en el Estatuto de Autonomía se dice que “la Comunidad tiene competencia exclusiva sobre protección del patrimonio histórico, artístico, monumental...”, y la Torre del Homenaje del antiguo castillo, que así se la denomina, es un monumento recogido en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz desde 1985. En la Ley del Patrimonio Histórico de Andalucía que desarrolla el precepto estatutario se “destaca el deber de colaboración entre las Administraciones Públicas...” y se incide en “la obligación de denunciar las acciones u omisiones que puedan suponer un peligro para los bienes del Patrimonio...” El peligro es evidente, cualquiera que vaya lo ve. ¿Hasta dónde llega entonces la disposición de la Junta para conservar su patrimonio? Existe además un Plan de Arquitectura Defensiva de Andalucía, destinado a “la protección, conservación y difusión de edificaciones tales como castillos, torres o murallas, bienes que con frecuencia constituyen hitos de nuestro paisaje”, mediante el cual la Junta ha colaborado económicamente en la rehabilitación de estos bienes en otros pueblos. ¿Por qué entonces se le niega a este? La Torre del Homenaje no entiende de políticas, no es de este partido ni del otro, es un patrimonio común enclavado en un pueblo que, aunque en los límites, pertenece a Andalucía, y pide a gritos la sensibilidad de sus gobernantes.