Lápiz y tambor

18 feb 2016 / 23:06 H.

De siempre se ha dicho que no hay nada peor que darle un lápiz o un tambor a un tonto, porque terminará llenando las paredes de pintarrajos y haciendo estallar los oídos por el ruido. Yo tengo el presentimiento —conste que es solamente un presentimiento— de que parece que a Pedro Sánchez le ha dado el Rey un lápiz y un tambor y él no sabe qué hacer con el uno ni con el otro y anda haciendo garabatos incomprensibles y un ruido insoportable con este tema de los pactos. Ya comprenderán que esto que digo es solamente un símil y no una afirmación. Soy incapaz de valorar el coeficiente intelectual del líder del PSOE, que estoy seguro que es muy superior al mío. Aunque yo sé utilizar un lápiz para algo más que para hacer garabatos. En lo del tambor ya no entro porque no estoy tan seguro. Las circunstancias han llevado a que Pedro Sánchez cargue con la responsabilidad de formar nuevo Gobierno y parece que la idea de que el sillón presidencial sea para él le ha obsesionado y mire para donde mire, no ve más que un sillón ocupado por él. No piensa nada más. Ni en su partido ni en la nación. No quiere dejar perder esa oportunidad por nada del mundo y asusta hasta dónde pueda llegar para conseguirlo. Los propios barones de su partido, los más prestigiosos y de mayor peso, están contra ese camino que parece piensa tomar Sánchez. Así lo ha declarado Alfonso Guerra y mucho más lo ha dicho y repetido Felipe González.

El acuerdo con Podemos no lo aconseja ninguno de ellos porque presienten que sería para el PSOE como firmar el finiquito si se accede a las ambiciosas pretensiones de Pablo Iglesias que llevan escondida solapadamente la idea de eliminar a los socialistas. La cuestión es que los políticos siguen mareando la perdiz hasta que puedan asegurarse la mejor parte. Puede que la investidura vaya para largo. Tanto que, a lo mejor, cuando se produzca ya no existan los billetes de 500 euros porque la UE está dispuesta a retirarlos, por lo menos los que encuentre, porque la mayoría están bien escondidos y a buen recaudo. Esta medida a la mayoría de los españoles nos va a afectar bien poco. Eso sí, solo nos quedará ese vacío de que los retiran sin que muchos los hayamos podido ver. Esto fastidia a los corruptos, que tendrán que comprar unas mochilas más grandes para poder llevarlos.