Las amistades impostadas

25 jun 2017 / 11:10 H.

Vivimos un tiempo que personalmente me da vértigo. La socialización, esa que nos diferenciaba del resto de animales, se diluye. Son las redes sociales las que parecen marcar el devenir diario. Hasta hace bien poco, apenas unas décadas, a los amigos había que currárselos, eran pocos y auténticos. Ahora, gracias a Internet, tenemos cientos, miles, incluso algunos hasta millones. Deberían haber prohibido a las redes utilizar la palabra amistad para todo aquel que solo hace un clic, un me gusta o un retuit. Yo a los conocidos que tienen a bien seguir mis comentarios en las redes les puedo enseñar fotos de mis perales, mis manzanos, incluso mis parrales. A los amigos de verdad, a los que puedo querer porque los veo, los oigo, los toco, tengo la fortuna de regalarles peras, manzanas, incluso uvas. A los conocidos virtuales puedo discutirles con 140 caracteres. A los que profeso estima y cariño les propongo horas de tertulias, de discusión, de compartir afectos y desafectos. Vivimos momentos de impostura, nos creemos afortunados porque acumulamos visitas y clics.