Las barbas del vecino

06 dic 2018 / 09:02 H.

Pedro Sánchez ve las barbas del vecino andaluz cortar, y pone las suyas a remojar. Estas elecciones se prefiguraron como un ensayo de las generales, y ahí queda la respuesta del pueblo, soberano en sus decisiones. La irrupción como llave de Vox va a producir más que polémica y controversia. Al tiempo. La llegada de un partido de extrema derecha viene abonada por la onda ultraconservadora que azota a Europa en los últimos lustros, fruto directo de la crisis económica y la desestructuración social. Esto es más que un sarpullido. En Europa la extrema derecha se ha erigido como bisagra y apoyo de opciones reaccionarias, otorgando los gobiernos resultantes concesiones que hace apenas una década nos habrían escandalizado. Para ello, Vox se ha desvestido de la parafernalia fascista —de la camisa nueva al traje y corbata de marca— de Falange o Fuerza Nueva. También la específica trayectoria española frenó a la extrema derecha, pero ahora que España se siente europea con todas las de la ley, sin complejos, se acabó la mirada inculpatoria por la Guerra Civil, aunque todavía el Caudillo repose —esperemos que por poco tiempo más— en la tumba que se construyó para sí mismo... Vox llegará al parlamento español y al resto de parlamentos autonómicos en cuestión de meses, traduciéndose en demagogia y xenofobia, machismo y racismo, populismo y segregación... ¿Qué emoticono podría resumir esto? Sea como sea, esto es lo que hay y merece la pena comenzar a pensar desde cero lo que sucede, entonando una necesaria autocrítica. La desconfianza en lo público y en las instituciones que genera la apatía neoliberal ha degenerado en esta situación. La abstención favorece siempre a la derecha, pues posee un voto cautivo que, al comprimirse, ha supuesto el descenso en diputados del PSOE. Si hubiera participado un 70% del electorado estaríamos hablando de un panorama totalmente distinto, porque se habría mantenido un gobierno de Susana Díaz, muy probablemente sostenido por Adelante Andalucía, que era lo que la inmensa mayoría de izquierdas de esta comunidad autónoma deseaba. No ha sido así, y no metamos el dedo en la llaga sino para realizar una lectura que cuestione la identidad de una izquierda que siempre se ha definido a partir de la derecha, y no al revés. De este modo, mientras que el neoliberalismo avanzó como pensamiento único, los partidos mayoritarios compartieron esa franja de arenas movedizas —en términos de votos— del mal llamado “centro”, pero ahora que se han resituado las posturas, ¿va a afrontar el PSOE los retos que se le demandan? En España hace falta un discurso socialdemócrata que plantee una alternativa real. Sin duda que Pedro Sánchez lo está intentando, y por eso se va a convertir el PSOE en el partido más votado en el conjunto del Estado, si bien no se sabe aún si servirá para formar gobierno. Puede que sí y puede que no. Quién sabe. Ahí se librará la auténtica batalla ideológica. Hay que recuperar la izquierda como esperanza, protegiendo los derechos y las libertades, en un momento histórico de terribles retrocesos y condescendencias al poder financiero y los sectores más retrógrados e inmovilistas. Solo así se avanzará hacia un cambio político en el que Andalucía vuelva a liderar un proyecto socioeconómico y un modelo distinto, aunque ahora toque, más que nunca, un ejercicio de humildad y de reflexión.