Las figuras mandan

26 jul 2017 / 10:59 H.

No es un secreto. De siempre se sabe que son las grandes figuras, los ídolos y los divos, los que mueven a las masas. En la música, en la canción, en el cine y, sobre todo, en el deporte. Si no existe una figura preponderante capaz de ganarse el fervor del público en cada una de las modalidades del deporte, lo que se haga no tiene trascendencia, no arraiga, no cuenta para el gran público. Lo hemos vivido a nivel local y lo estamos viendo a nivel nacional. Cuando Carrasco, Durán, Urtain, Legrá, Perico, Castillejo y otros grandes púgiles disputaban cetros mundiales, no se hablaba de otra cosa que no fuese el boxeo. Fue con Santana y Orantes con quienes los españoles empezamos a conocer e interesarnos por el tenis. Hoy apenas se conocen algunas noticias del boxeo y el interés por el tenis se mantiene gracias a Nadal, pero aun así no es seguido con el mismo entusiasmo de aquella época.

Este vacío que provoca la falta de interés se viene notando en el ciclismo. La falta de figuras españolas, agravada con la desafortunada caída de Valverde, que le obligó a abandonar en los primeros días, y también la mala suerte de un Alberto Contador, que ya dejó atrás sus mejores momentos, dejó el Tour de Francia sin una representación española que reclamase la atención de los aficionados de este país. Es cierto que los buenos aficionados, que son muchos, los que disfrutan del ciclismo sin echar cuentas a quienes son sus protagonistas, sí que siguen siendo fieles a este deporte, máxime cuando se celebra la prueba más importante, y la más prestigiosa, del mundo. Pero a otros muchos, esta falta de emoción les aburre, porque es que, además, el ciclismo ha cambiado mucho con las técnicas que calculan cada movimiento, y ya no se disputan las etapas con aquella espontaneidad e intuición con que se hacía en la época de Bahamontes e incluso Ocaña.

No quiero decir que el Tour de Francia haya perdido categoría ni interés. Acuden los mejores, pero no en todas las generaciones coinciden grandes figurar capaces de competir a la mayor altura entre ellos. No se da una rivalidad enconada y relevante, y parece que casi todo discurre con arreglo a un guión preconcebido. Aun así, ganar el tour es un privilegio de grandes ciclistas, y el británico Chris Froome, ganador una vez más, viene demostrando que lo es.