Libertad libertinaje

03 abr 2017 / 11:34 H.

Mi primera conversación madura fue a los once años con una niña preadolescente mayor que yo. Me debí de sentir casi tan adulta como ella. Íbamos paseando por las calles de mi pueblo sin pretender llegar a ningún lugar. No jugábamos ni corríamos, ni nadie nos esperaba. Solo dialogábamos de asuntos que me parecían enormemente trascendentales. Hacía frío, estrenaba un pantalón de pana azul y un anorak con capucha. Aquellas dos prendas de ropa eran casi las únicas que no me había hecho Juana la costurera, y eso, que me hacía sentir moderna, aumentaba la seguridad en mí misma. En un momento determinado, como persona moderna y mayor que era pensé que debía decir la verdad, toda la verdad y nada mas que la verdad de lo que sentía y me pasaba por las mientes. Así que oteé los cercanos cerros y solté que lo más importante de este mundo era la libertad. Me miró extrañada y me preguntó qué entendía yo por libertad. Como ya no podía dar marcha atrás, le dije que hacer lo que quisiera. ¿Y si quieres andar desnuda por la calle? Pues lo hago, contesté. Y ahí fue donde aprendí la gran frase. La que sustenta esta sociedad en la que crecí. Pues no, me dijo, no puedes ir desnuda porque ‘no se puede confundir libertad con libertinaje’. Yo no lo tenía muy claro pero ella me convenció de que el libertinaje es el mal, el caos, el ángel caído de la libertad. Ese día aprendí dos cosas: que no puedo ir desnuda por la calle y que el libertinaje es cuando te pasas de libre. En este país siempre hemos tenido el martillo pilón del libertinaje, porque hay países que les pasa como a los jóvenes; que los pierde la libertad. A España, concretamente, le pierde la libertad de expresión. Nos viene grande la capacidad de poder decir lo que queramos, cuando lo queramos y como lo queramos, de elegir qué palabras decir o escribir sin que nada ni nadie nos presione o nos imponga. Que nos viene grande no lo digo yo, lo dicen los jueces que condenan porque alguien ‘se distancia de la fina ironía y del saludable ambiente humorístico’, como dice la sentencia que condena a Casandra a un año de cárcel por 13 chistes, en 140 caracteres, contra un franquista. Y a mí me asusta vivir en un país en el que utilizar la libertad de expresión, rozando o acariciando los límites del humor, puede acarrear penas de cárcel. Me da pánico que un señor que ha sacado unas oposiciones, por estudiar mucho y en voz alta las leyes y costumbres de mi país, confunda el pertenecer a uno de los tres poderes del Estado con que él sea el poder, y entonces determine cuáles son esos terribles límites de la libertad de expresión y se quede tan pancho. Pero no toda la culpa la tienen esos nuestros jueces, pobrecitos, que también se han criado a los pechos de la frase. Ellos también han sido libres para reírse, pero... han sido libres de expresarse, pero... han sido libres para amar, pero... han sido libres para beber... pero, han sido libres para comer, pero... pero... no se puede confundir libertad con libertinaje. De chica estaba confundida cuando pensaba que lo más importante del mundo era la libertad. Aquel día, oteando los cerros cercanos, debía haber dicho: Pues yo creo que lo más importante del mundo es el libre albedrío. Porque con el libre albedrío todos los seres vivos son agentes cibernéticos que disponen de algún sistema de control para regular su libre conducta, así que no vale hacer cualquier cosa sino que conviene adaptar la acción a las circunstancias de la realidad. Y recordemos que ese día hacía frío, por tanto, si yo hubiera sabido lo que era el libre albedrío, nunca habría elegido salir desnuda a la calle como Eva antes de existir el pecado original. Tampoco habría tenido que escuchar esa frase rancia que me ha machacado el resto de mi vida y hoy sería más libre. Porque como decía Daniel Rabinovich, componente de Les Luthiers: “Estimado Murena: Hoy no iré a sesión, me voy al campo por unos días para aliviar mi angustia. Ya no soporto las tensiones de la ciudad; la moral se ha resquebrajado. Cada uno hace lo que le da la gana. No hay que confundir libertad con libertinaje... ¡A mí me gusta más el libertinaje!”.