Llamaradas

30 jul 2017 / 11:07 H.

Mi queridísimo don Antonio: En estos días, se van de vacaciones hasta las águilas. ¡Fíjese! Pero lo malo es que las vacaciones también se las toman las ardillas y los animalillos del campo, cuando, y ahora tenemos forzosamente que ponernos serios, los incendios asolan sus casas. Qué tendrá que ocurrir para que no haya incendios. Entre los desalmados y lo que no son desalmados pero sí descuidados, se lían en nuestra preciosa naturaleza unos desastres que estremecen al más pintado. A mí me faltan datos, pero a mi corazón le cuesta pensar que haya tantos hombres desalmados o descuidados que provoquen estos desastres naturales. Cada cual piensa según lleva su vida, lógicamente, aunque también cada cual sabe que los hombres malintencionados o negligentes existen, y, además, que son un montón. Yo tengo la triste teoría de que, mientras no se demuestre lo contrario, hay que presumir que quien está enfrente de ti no es del todo bueno. Usted me dirá que no haga eso, pero mi experiencia me dice que lo haga así por simple y sencilla prudencia. Por cierto, la hija de Francisca está de vacaciones también y este mes no he podido comentar con ella el tema del que hoy le escribo. Un abracísimo.