Llegan las vacaciones

23 jun 2016 / 18:00 H.

Por fin: Llegan las ansiadas vacaciones de los que no votan. Los miles de niños y niñas andaluces que felizmente acaban sus clases y comienzan las vacaciones, largas vacaciones que descolocan a todos un poquito. Las abuelas y abuelos las ven como una oportunidad de acercarse al futuro de la mano de los más nuevos de la casa que les llevan palabras y mundos desconocidos mientras los más jóvenes escuchan y aprenden, con el sosiego que merece, esas historias de un pasado que les pertenece y que nunca ha de volver. Oportunidad única para que el mundo de la vida sustituya a ese otro de su cole donde lo real no ha calado con la fuerza que debiera. Para los padres y madres el sabor agridulce del choque disruptivo entre el calendario laboral y escolar, adobado con esos resultados escolares incomprendidos en excesivas ocasiones, les lleva a situaciones estresantes donde el qué hacer con los retoños hasta la llegada de su descanso estival, provoca la búsqueda de cualquier medio que les resuelva el problema de su atención. Escuelas de verano, campamentos, cursos de todo tipo son demandados con fuerza y, cuando no se obtiene la plaza adecuada, toca tirar de imaginación para colocarlos con vecinos y/o familiares, cerca o lejos del domicilio familiar. Pero no todas las familias tienen calendario laboral. Existen en el otro extremo excesivos casos de situaciones límite en que la inactividad prolongada hace que las vacaciones vengan acompañadas de aquellos problemas que no existían durante el acabado curso escolar. Cada día habrán de enfrentarse a buscar soluciones, incluso de supervivencia para atender las necesidades vitales de los más débiles que durante el curso escolar estaban garantizadas por los planes de familia que se llevan en los colegios. El dramatismo es tal por extenso e injusto que invita a pedir vacaciones, eso sí indefinidas esta vez, para todos aquellos que este 26 J no han recogido entre sus objetivos políticos la resolución de lo que a todas luces es sangrante.