Lo que el viento se llevó

19 may 2018 / 10:47 H.

Algo pasa en la Plaza de Santa María, un fenómeno extraño al que no estamos acostumbrados. No, no es el montaje de la prueba internacional de pádel. Eso es solo un aparatoso escenario, con sus gradas inmensas en una plaza que siempre está bajo el escrutinio público, como debe ser. No, es algo más potente, místico si quieren. De un tiempo a esta parte quien entra al despacho del alcalde de Jaén, Javier Márquez, se va con un acuerdo bajo el brazo y esboza una sonrisa. ¿Qué está pasando? ¿Bajo qué potente brebaje o influencia de solsticio nos estamos dejando llevar? En su Ayuntamiento, territorio vikingo, le quitaron los tacos al tranvía los socialistas Felipe López y Francisco Reyes. Como si Karina, fuera de sí, se hubiera parapetado desde algún mirador y con sus flechas amorosas la estuviera liando parda. Este amor bizarro está en el aire, es un hecho incontestable, solo así se puede entender que de una sola tacada —con el recién llegado delegado de Fomento de la archienemiga Junta de Andalucía, José Manuel Higueras— se haya desbloqueado el Instituto del APA III, el Conservatorio de Música de un Bulevar en fiestas y el cambio de titularidad del Centro de Día de Santa Isabel, otra obra abandonada. ¡Quia!

En el centro de la pista de pádel deberían poner una enorme bola discotequera y en el hilo musical que tronara: “Love is in the air/ Everywhere I look around/ Love is in the air/Every sigh and every sound”. Que el amor está en el aire, en todos los sitios en los que miraba y en cada suspiro y en cada sonido, algo así cantaba John Paul Young sin atisbar todavía la primavera rumbosa y trompetera de la capital jaenera.

Da la impresión —seguro que fruto de mi onanismo intelectual— que el regidor se hubiera liberado de una pesada carga política y que ahora volara libre como el viento. Como si transmutado en ese Clark Gable —de “Lo que el viento se llevó— en el umbral de la puerta, antes de marcharse, hubiera espetado: “Francamente, querida, me importa un bledo”. Rotas las cadenas sentimentales políticas con la caprichosa Scarlett de turno, busca su camino político en este sur pepero de entreguerras. Si, además, llega plata de Europa para tapar tantos agujeros de la ciudad y el deseado tranvía echa a andar, pues tiene motivos para estar ufano. Aunque no deba bajar la guardia que luego se producen hechos tan inclasificables y zafios como los del pleno de la mujer, con voz para cualquiera, con perdón, que pasara por allí. Con el trabajo que cuesta que en casa pública se oiga a los vecinos con sus sanas reivindicaciones, que se oyeran palabras negacionistas sobre el machismo, la violencia sexista... no fue nada edificante. ¿Sería la contraprestación al voto útil y de ocasión de Salud Anguita?

Al otro lado del río, la tormenta perfecta y orgánica escenificó que Juan Fernández cabalga solo y sin norte. Llegado desde Ferraz, el secretario de organización socialista, José Luis Ábalos, enseñó la placa, tomó las medidas al finado político y en una extremaunción exprés dijo, sin latinajos innecesarios, que con la causa abierta y la suspensión de militancia, el alcalde irreductible no puede presentarse a las primarias socialistas. Este duelo al sol no da más de sí. Fernández asume la más que esperada derrota y, de momento, enfunda el revólver: “Ferraz se ha lavado las manos con nosotros ante el dictamen de Sevilla”. No aclara si plantará batalla bajo otras siglas de fortuna y en el que era su bando, sin embargo, aún hay quién espera que, de verdad, el partido saque toda la artillería. Mientras tanto, los linarenses muy preocupados con las bolas del desierto que cruzan las calles, se preguntan si la ciudad tiene, ahora mismo, alguien que le marque el camino. La ciudadanía ya está detrás de la pancarta, activa y exigente, y piden a gritos un cambio y, si encarta, un líder.