Maltrato animal

26 feb 2016 / 17:30 H.

Me repugna, me asquea, me repele... y así hasta el infinito en el empleo sinonímico que nos facilita la lengua de Cervantes para expresar mi repulsa y manifestar mi arriostramiento frente a situaciones que deberían ser calificadas como delictivas y que algunas, de hecho, lo son, pero yo abogaría por penas mucho mayores. Me vengo a referir hoy a situaciones incalificables, imposibles de asociar a la conducta humana, pero que, desafortunadamente, se recogen en noticias como la que me llega hoy a través de una asociación. Lamentablemente, ha sido en nuestra provincia de Jaén, pero soy consciente de que tal deleznable acción se podría hacer extensible a lo largo y ancho de lo que se viene conociendo como nuestra “piel de toro”, y bien a pesar de quienes defendemos la vida por encima de todo. Se trata, en este caso, de un perro galgo cuyo dueño –presuntamente– intentó deshacerse del pobre animal y no encontró manera más rastrera y ruin que pretendiéndolo ahorcar. La asociación “Mágina animal”, al ser consciente de semejante actitud, se puso en contacto con la guardia civil y efectuó una denuncia. No veo necesario mencionar la localidad de donde es vecino este presunto asesino de animales, pero sí dejar constancia de que fue imprescindible el loable trabajo del Seprona para dar con el incalificable individuo, que además tenía acumuladas ya tres denuncias administrativas y que ha tenido que rendir cuentas, finalmente, antes la justicia. Respecto al animal, lo han podido salvar, después de varias intervenciones y, actualmente, está en manos de su nueva familia. ¿No se dan cuenta estas mentes retrógradas de que la sociedad avanza y que ya nos queda muy lejana la edad de piedra? Seguramente, semejantes escenas se seguirán repitiendo cada año, cuando algunos desalmados cazadores –me consta que los hay responsables– sigan pensando que un animal que no les sea efectivo para llevarles la pieza, no sirve más que para darles el gusto morboso y vomitivo de verlo morir agonizando. Deberíamos estar cada vez más concienciados y que el gobierno de turno endurezca una pena que el sentido común y el amor a la vida reclama.