Más chulo que un ocho

05 feb 2016 / 09:35 H.

El lenguaje es tributario de nuestra pequeña o gran historia, y todo tiene su razón de ser. Decimos “más chulo que un ocho” no porque el número lo sea (más bien resulta enrevesado y con joroba), sino porque el tranvía “número 8” tenía por destino la pradera de San Antonio de La Florida, en la capital de España, donde se daba el baile de la bombilla, y allá que iba el número ocho atestado de chulapas y chulapos la mar de “chulos”. Decimos “el quinto pino” para significar lo lejos que queda un sitio. Y es que en la época de Felipe V se plantaron pinos desde Atocha hasta los Nuevos Ministerios; y el quinto y último de ellos caía precisamente allí, en los Nuevos Ministerios, por aquel entonces las afueras de la capital. Quedar lejos era, por tanto, quedar en el quinto pino, donde se citaban los novios más aviesos y certeros para no ser vistos. La frase “lo que no pué sé, no pué sé, y además es imposible” se atribuye a Rafael Gómez, El Gallo. En versión menos castiza, el dicho se pone en boca del diplomático francés Talleyrand-Perigord. La primera parte de la propuesta (no puede ser) contempla el asunto desde la categoría ética. La segunda parte (es imposible) se refiere a la limitación de orden físico que impide su ocurrencia. Un propósito tan extremo como el de matar a alguien sería “imposible” si el individuo ya estuviera muerto. El “por si acaso” también se dice “por hache o por be”, para cubrir una eventualidad indeseada. Un morisco fue nombrado para el cargo de menestral por el condestable Lucas de Iranzo. No sabía leer ni escribir y, si llegaba a contar hasta diez, era con gran esfuerzo y gracias al milagro de los dedos. Por vergüenza y decoro quiso el morisco aprender. Entre dos luces se acercaba a casa del maestro Martín Prieto, en las faldas del Castillo. Cuando el menestral escribía al dictado y correspondía poner “be” o “uve” o “hache”, echaba un certero borrón sobre el sitio. Así nunca se conocía a ciencia cierta lo que había escrito, y eludía la censura alegando que puso justamente lo opuesto.