Más cultura para el tejido empresarial

15 sep 2016 / 19:14 H.

Llevo más de veinte años trabajando en promoción económica y empleo desde la Administración local. Empecé con la crisis que hubo tras las Olimpiadas y la Expo, he acompañado a numerosos emprendedores en la aventura de iniciar un proyecto empresarial y gestionado programas de empleo y formación. He visto cómo el dinero público llegaba a Jaén, a veces en abundancia, no siempre con la finalidad más apropiada, pues las decisiones se toman en lugares lejanos que no conocen nuestra idiosincrasia. Siempre me ha asaltado la misma pregunta: ¿Si tenemos la mayor producción de aceite de oliva del mundo, el denominado “oro líquido”, por qué somos una de las provincias con los niveles más bajos de renta y con mayores índices de desempleo? ¿Puede ser que nuestra propia riqueza agrícola haya impedido que se desarrolle un mayor número de empresas? Dejo esta pregunta en el aire y que cada uno reflexione sobre los empresarios que conoce que han invertido los beneficios de su negocio en olivos. Por otro parte, he detectado una falta de cultura empresarial, sobre todo asociativa, y a los números me remito. Según datos del INE de 2015, en Jaén había registradas 8.370 sociedades mercantiles, esto es apenas el 5% del total de las andaluzas, frente al 8% que supone la población jiennense en el cómputo andaluz. El tejido empresarial se concentra en los autónomos, a finales del año pasado había 27.655 registrados, lo que supone un 8% del total de Andalucía. A pesar de estos datos, noto cierta obsesión por parte de las instituciones, tanto autonómicas como provinciales, por atraer a grandes empresas, que generen muchos puestos de trabajo y sean la panacea de todos nuestros problemas. Desde mi experiencia en promoción económica, considero que deberíamos centrar nuestro empeño en desarrollar el tejido empresarial propio. Dotar a nuestras pymes de instrumentos que les permitan crecer y especializarse para ser competitivas en este mercado global en el que nos hallamos inmersos y, por supuesto, crear empleo. Las nuevas tecnologías nos acercan a los consumidores, aunque vivan a miles de kilómetros de distancia. Propiciemos que nuestros empresarios sean conscientes de la necesidad de estar presentes en internet de una forma activa.

Otro problema fundamental de nuestras empresas, aparte del tamaño, es el acceso a la financiación. Sobre todo si se trata de emprendedores con proyectos viables, pero que carecen de avales que les permitan acceder a los préstamos bancarios.

Me consta que las distintas instituciones provinciales ya están trabajando en formalizar convenios con bancos para propiciar los microcréditos, pero aún no es suficiente. Y, hablando de financiación, llegamos a las subvenciones. Las distintas administraciones deberían replantearse qué es lo que pretenden cuando conceden una subvención a una empresa: ayudarla en su proyecto de creación o modernización o sepultarla bajo un aluvión de trámites para recibir el dinero cuando ya no lo necesita, pues, o ha sobrevivido por sí misma o se ha convertido en un joven cadáver. ¿Y si en vez de dar dinero a fondo perdido se facilitan unos créditos reembolsables de forma que, con el mismo presupuesto, se pueda apoyar a distintas empresas? Eso sí, que el dinero esté a disposición del empresario cuando realmente lo necesita, no meses, o incluso años, después.

En definitiva, Jaén ha cambiado mucho desde aquellos años en los que se iba en mula a recoger la aceituna, pero seguimos arrastrando problemas similares, siempre en la cola de todas las estadísticas. Y, aunque haya factores externos que puedan propiciar el desarrollo, como la mejora de las infraestructuras, debemos tener claro que nuestro futuro depende de nosotros mismos, que no va a venir una gran empresa a instalarse para solucionarnos la vida, algo tan improbable como que se ruede en la provincia un capítulo de Juego de Tronos y nos convirtamos en un destino turístico mundial. Dejemos de soñar y pongámonos a trabajar, cada uno desde el ámbito que le competa.