Más cultura y menos “ego”

03 dic 2018 / 09:14 H.

Podría hablar de envidia, pero prefiero hacerlo de reconocimiento y aplauso. Hace pocos días visité de nuevo la ciudad de Cáceres, declarada Patrimonio de la Humanidad en el año 1986 por el valor de su Casco Histórico. Treinta y dos años después he tenido la oportunidad de comprobar que si entonces fueron grandes sus méritos hoy estos se han multiplicado de forma notable. Para conseguir una declaración como ésta, aunque sea de un solo y magnífico edificio, nuestra Catedral, como en Cáceres, hay que conseguir que todos remen en la misma dirección y para eso se necesita un buen timonel que además controle y dirija a sus remeros y lo que es más importante que todos ellos estén convencidos y conozcan las reglas que hay que respetar. La sociedad civil es uno de esos remeros que tienen que desarrollar un trabajo fundamental para poder llegar a la meta con éxito. No se puede dejar al margen y después exigirles que apoyen depende que propuesta porque si no serían estigmatizados. Posiblemente el fallo esté en algún que otro remero de confianza que se dedica a saltarse las normas del respeto y del sentido común, en el convencimiento de que es mejor pensar en los coches que en el respeto a la historia de esta ciudad. Y, por cierto, un “lavado de cara” no es una obra duradera.