Me quedo
con la cabra

23 ene 2019 / 12:29 H.

El éxito, en cualquier aspecto de la vida, depende en gran medida del esfuerzo, la preparación y la suerte. Nunca es fácil, a veces se hace imprescindible salvar grandes escollos para engañar a un destino que no pintaba nada bien. Pero lo difícil, diría yo, no es llegar, sino mantenernos siempre en el lugar adecuado y movernos con tino por el tablero de ajedrez como la dama más sutil. Para ello es del todo preciso hacer caso de ese viejo proverbio que nos recomienda no acercamos a una cabra por delante, a un caballo por detrás, ni a un tonto por ningún lado. Y es que está demostrado que enfrentarnos cara a cara con una cabra o quedarnos impresionados con los cuartos traseros de un equino pueden traernos consecuencias nefastas por el riesgo que entrañan, pero que, simplemente, escuchar a quien no procede, esté este donde esté y lo mires por donde lo mires, puede costarnos la salud mental, física e, incluso y a menudo, la económica. Conviene recuperar el espíritu crítico y el escepticismo, y, sobre todo, no subestimar el poder del de enfrente que, a veces, sin siquiera notarlo, nos hace ganarle el calificativo de tonto en su propio campo. Sin duda, de los tres, puestos a elegir, me quedo con la cabra.