Menos demandantes de empleo

07 ene 2017 / 11:32 H.

Buen caballero es enero, que muestra datos positivos de empleo tras el inicio de la campaña de recogida de aceituna. El desempleo desciende un 20,21% en diciembre en Jaén, dato que lidera la bajada del paro de Andalucía, y esta, a su vez, la de España. Así, Jaén cumple su mandato y se echa al campo generando cifras positivas, cumplimiento de objetivos de consolidación, maquillaje de cuentas al cierre de ejercicio, y todos tan contentos. Pero el final de campaña llegará, y los fríos datos nos volverán a posicionar en el vulnerable vagón de cola. Anclados en el estacional recurso del olivar, y vuelta a empezar. Es cierto que las cifras son esperanzadoras y existe un descenso interanual del paro de 5.400 personas, lo que invita al optimismo y pensar que estamos en vías de recuperarnos de este sistema que nos engulle y nos mantiene vivos a la vez. El desarrollo económico y social de nuestra provincia no puede depender exclusivamente del sector oleícola, menos aún de la fase que menos valor aporta, como es la producción. Existen otras consecuencias que habría que valorar, y es, cómo afecta este modelo productivo al empleo femenino, e indirectamente a la dignidad e igualdad de género. El número de mujeres desempleadas en diciembre es de 30.557 y el de hombres de 15.351. Con estas, volvemos a insistir en la necesidad de un cambio del modelo productivo, con el objetivo principal de revitalizar la industria. Existen importantes debilidades que afectan a nuestra productividad, como el bajo esfuerzo en investigación y desarrollo, agravado por la escasa y mejorable relación universidad-empresa; la dependencia del capital externo, que ha reducido el asentamiento de multinacionales; nuestra estructura empresarial, en la que predomina un tejido de pymes que por sus características experimenta un lento crecimiento de la productividad; déficit de infraestructuras de comunicaciones adecuadas; y, finalmente, un cierto despilfarro de recursos por la falta de coordinación entre las diferentes administraciones. Además de esto, nuestra industria se ve amenazada por el caprichoso proceso de deslocalización productiva que se ensaña incomprensiblemente con Jaén. No podemos permitirnos que el ritmo de crecimiento en nuestra provincia sea más bajo que el del resto de España. Factores macros como los bajos tipos de interés, el precio del gasoil, y la depreciación del euro, se han de acompasar con planes de inversión comarcales que atraigan inversiones, estimulen nuestra economía, y nos saquen del brasero en el mes de febrero. Estos planes deben incidir en la innovación tecnológica, el conocimiento, la industrialización y la sostenibilidad con respecto al medio ambiente. Salir de la tendencia conformista a la que nos empuja el olivar, no será posible sin un avance de la industria. Podríamos empezar por la auxiliar del sector de aceite, de la que seguimos padeciendo una inquietante dependencia exterior. No deberíamos renunciar a trasladar a la sociedad la denominada “cultura industrial” para facilitar una nueva generación de “emprendedores industriales”, que inviertan parte de la rentabilidad de las raíces centenarias del olivar, en nuevos proyectos alternativos. Anestesiados con el precio del aceite a tres euros, no cambiaremos la tendencia, y seguiremos cumpliendo el refrán, de “por enero, menos demandantes de empleo” y lo que es peor, “de enero a enero, el dinero es del banquero”.