Menudo panorama

16 feb 2016 / 09:40 H.

Viendo esta tarde por fin lluviosa, en este día por fin frío, miro el horizonte y veo nubes blancas y un cielo azul, y si giro mi cabeza unos grados (no diré hacia qué lado) veo unos nubarrones y una tempestad post o previa a la calma. Y así es como interpreto el panorama político, y por ende social, que vivimos en este país que se llama, de momento, España. Y tal vez resulte tópico hablar de política, tema recurrente al más puro estilo de “parece que está escampando” que usamos al encontrarnos un conocido y querer zanjar nuestra breve intervención oratoria. A ver, el PP, partido más votado y que ha gobernado estas dos legislaturas, en las que han temblado los cimientos de las economías mundiales y ha resurgido el ímpetu autonómico con ansias de nacionalismo nacional, mientras el barco español mantenía el pulso sin zozobrar, está inmerso en muchos, tal vez demasiados, escándalos de corrupción; la dimisión de la mediática súper Esperanza no es más que otro de los movimientos en un tablero de ajedrez en el que los jaque mates se suceden sin que el Rey caiga (y que Dios salve a la Reina). El Presidente en funciones sabe algo que ya advertí la misma noche de las urnas: la cosa está jodida, no tiene apoyos ni abstenciones para gobernar y no sabe si entregar el país a Podemos o quedarse al margen y dárselo al PSOE. Partido que, tras sus también múltiples escándalos, y con unos fueros internos de lo más convulsos, se ven en la tesitura de pactar con aquellos de quienes renegaron tres veces al más puro estilo Judas, o ser fieles a sus principios. Por otro lado, Ciudadanos, aquí en nuestro Jaén, se ha visto inmerso en un “ERE” de tintes extraños, con ceses aludiendo a la entereza tras no mostrarse todo lo enteros que debieran, presuntamente. Y luego está Podemos, que con su revolucionaria forma de entender la vida, parece que exigen más que ofrecen, porque saben que son el abogado sin el que no puede celebrarse el juicio; el pueblo así se lo ha otorgado. Esperemos que sepan usar su poder para poner los remos en la misma dirección y sentido que el común.