Mi pueblo, un lugar para vivir

03 oct 2018 / 11:43 H.

La intervención de cuerpos de seguridad, Policía y Guardia Civil, en octubre del pasado año en Cataluña, nos trae a la memoria la labor reivindicativa en demanda de la equiparación salarial de estas unidades con cuerpos policiales de distintas comunidades autónomas, Cataluña, Euskadi, y algunos puntos de nuestra geografía andaluza, Marbella, Jaén, en que las promesas no dejan de inscribirse en el haber de la buena voluntad. Teniendo claro que fue el gobierno quien además, tuvo que paralizar los concursos de traslados para que los policías y guardias en Cataluña hubieran de posponer sus traslados a ciudades solicitadas, hasta que se resolviera el asunto del 1-O. Reivindicaciones, equiparación salarial y traslados, nos recuerdan el hecho humano, familiar y personal, de la importante cantidad de recursos humanos que decidieron desde los difíciles años de la posguerra, aportar su trabajo y conocimientos a esos cuerpos de seguridad en los puntos más variados de la geografía española. Sería bueno recordar el capital humano que hubo de formarse de los distintos pueblos como Andalucía, partiendo de niveles de formación muy básicos y, llegando con otros, hijos de estos cuerpos que han engrosado los cuerpos de seguridad con formación académica y titulaciones universitarias que inundan la geografía española, mientras parte de Andalucía está bien representada por los miles de jubilados que cuentan en cada pueblo con un lugar para vivir. A día de hoy, el progreso en todos los campos en estos años democráticos es cuestionable por los que vivimos en pueblos y ciudades andaluzas. La consolidación de situaciones políticas, económicas, sociales y culturales nos ha colocado en el siglo XXI. El talón de Aquiles de este lugar para vivir pasa por la fuerte emigración del campo a las ciudades, quedando importantes bolsas de paro para ser absorbidas por el sector agrícola o la extinta industria local, una población envejecida con necesidades de atención, y una población infantil en caída libre por los que debiéramos apostar con el máximo rigor, para retornar al mundo de la nueva revolución tecnológica e industrial.