Mi última credencial

01 mar 2018 / 09:15 H.

Todos nacemos sin nada. Al hacerlo en España te ponen nombre y dos apellidos. A partir de ese momento, te van regalando (o te vas labrando) una serie de títulos que con el devenir del tiempo se convertirán en tu curriculum personal; a no ser que tengas la mala suerte de nacer en algunas esquinas inhóspitas del planeta.

Primeramente se me conoció por mi nombre de pila y como hijo de Manuela y Fernando, hasta que llegué a estudiar magisterio en la Safa de Úbeda y quedé marcado por Resa. Luego, hice oposiciones a maestro nacional y marché al servicio militar en Melilla, volviendo a Rus y Úbeda para ejercer hasta mi jubilación. En esos ambientes, siempre, se me conoció por don Fernando, menos cuando fui padre de dos brillantes alumnas, Margarita y Mónica, que se me conocía por ellas gracias a su pundonor y sabiduría.

En mis penúltimos años docentes tuve la suerte de ejercer de director del Colegio Explanada y como tal se me conocía en Úbeda y sus contornos. Mas al mudarme a Sevilla, ya no me valen esas acreditaciones, ¡qué más da...! Ahora, simplemente me conocen como el abu de Abel.