Moción de censura

16 jun 2017 / 11:41 H.

Afirmaba el que había sido candidato a la presidencia, Pedro Sánchez, en una de sus entrevistas con Jordi Évole, que fue el propio aparato del PSOE el que se opuso a la alianza con Unidos Podemos para sustituir a Rajoy por él mismo. Al igual que las condiciones que se le presentaron por parte del PSOE eran las preparadas a propósito para que esa alianza fuera imposible. Podemos no era un adversario, era el enemigo si tenemos en cuenta la virulencia de los ataques. Todo terminó en un hecho insólito e inimaginable hasta entonces, el PSOE se convierte en el defensor número uno de este Gobierno a cambio de nada y todo para mantener vivo el cadáver del bipartidismo y no enfrentarse a otras elecciones que lo hubieran situado en tercer lugar en el Congreso. Y a pesar de aquella entrevista, y de tantas evidencias, no se deja de insistir en ese argumento de que Unidos Podemos no ha sido coherente al llevar adelante ahora una moción de censura para intentar expulsar al PP del gobierno. Argumento que sorprendentemente ha calado y que siempre se acompaña de la malintencionada pregunta de por qué quieren hacer ahora lo que no quisieron entonces, además de repetir constantemente que la coalición de Unidos Podemos y sus aliados está deseando de ocupar sillones, que es oportunista, sin experiencia, inmadura y dirigida por un líder extravagante y que lo mismo gira para un sitio que para otro, y muy, muy peligroso. Por supuesto, el argumento del miedo no puede faltar nunca. Vuelve a aparecer una y otra vez el gran problema de las izquierdas en nuestro país, en contra del deseo de su militancia y de sus votantes, el PSOE se opone a una alianza con Unidos Podemos. Aunque incluso se ofreció la candidatura que encabezara esa moción de censura a cualquier militante o simpatizante del PSOE, ofrecimiento que desmonta una vez más el tildarlos de oportunistas. También se invitó a las bases de todos los partidos, incluyendo a las bases del PP, para que se movilizaran y exigieran a sus representantes que apoyaran esa moción de censura en la situación actual. La moción de censura era imprescindible y necesaria. No dar este paso hubiera sido mirar para otro lado frente a una situación que afecta a la salud y a la dignidad democrática de nuestro país. Cualquiera de nosotros con un mínimo de sensibilidad democrática no puede dejar de escandalizarse por el nivel de corrupción al que se ha llegado, no se puede seguir apoyando a un partido gobernante con los niveles de corrupción y un sinfín de casos como nos van mostrando los hechos. Y no es que no existieran antes, es que ahora se empiezan a conocer. Las evidencias nos enseñan que ha habido un acaparamiento del Estado por parte de sus dirigentes y que lo han usado para enriquecerse. Pero no solo vivimos en un país con estos niveles de corrupción, sino que vivimos en el país de Europa Occidental con la democracia más sesgada, con el Estado de Bienestar menos desarrollado y donde las desigualdades son más brutales. Se necesitan cambios en las instituciones, hacer verdaderamente representativa la democracia representativa, ir acabando con el carácter profesional de la política, democratizar obligatoriamente los partidos y acabar con la formación de castas dentro de los mismos, coaliciones de partidos que formen gobiernos que representen de verdad a la mayoría de la población votante, exigir una proporcionalidad en nuestro sistema electoral. Es increíble que estemos siendo gobernados por un partido al cual la mayoría de votantes no ha votado. El setenta por ciento de los votantes no votó al partido que gobierna. Incluso, dentro de sus votantes, se ignora que no todos ellos están de acuerdo con todas las propuestas o medidas que realiza su partido.

La moción no ha fracasado del todo. Ha vuelto a poner en la palestra la necesidad y urgencia de que todos los demócratas, de todos los partidos, se quejen y se movilicen para proteger y dejar paso a la dignidad democrática frente a esos amplios sectores de un partido que han utilizado el Estado para enriquecerse, para medrar y de forma partidista.