Nazarenos
y penitentes

28 mar 2018 / 08:08 H.

Resulta palpable que menguan cada año los hermanos de luz en las procesiones jiennenses, ya solo queda un recuerdo infantil del largo desfilar del afilado caperuz. Apenas decenas de ellos cubren recorrido en estación de penitencia, muestra del decaimiento como figura participante en la Semana de Pasión. Sana “pelusera” cuando en otras provincias se velan tronos, pasos y palios rodeados por cientos y miles de caperuces. Será capricho mío, pero creo queda deslucido el cortejo procesional sin su presencia masiva. No lo imputo a nadie más que a nosotros mismos, pues ciertamente es duro y penoso el camino del penitente cuando hemos perdido el sino del porqué, nuestros espíritus modernos no están para muchas penalidades, sacrificios o promesas de arduo cumplimiento, no al menos si no es para que nos vean y a ser posible puedan ser colgadas en redes sociales. Cada vez cuento más monaguillos, capulinas, varas de mando y cortejo seudoeclesiástico, pero yo animaría a toda persona con sentimiento semanasantero a que salga calle abajo, túnica en ristre, enfilando emocionado con su penitencia a cuestas.