Ni justicia, ni delito

22 jul 2017 / 11:05 H.

En los documentales donde el reino animal es el protagonista tenemos el mejor ejemplo de como funcionan los seres vivos cuando aprieta el hambre. Solos o en manadas se comen unos a otros en razón a los dones que para sobrevivir les otorga la naturaleza. Juntos pero no revueltos conforman una sociedad justamente medida para que cada individuo tenga la oportunidad de matar el gusanillo, aún a costa de servir también como alimento. En la jungla no hay justicia ni delito. El pez grande se come al chico lo explica todo. En el más alto eslabón de la cadena que nos ata, por encima del más cruel de los vivientes y debajo del libre albedrío de los dioses, siete mil millones de personas están condenadas también a sentir hambre. Solos o en manadas se disputan del mayor al menor de los bocados con cualesquira de sus semejantes. Juntos pero no mezclados ocupan cada cual su puesto de caza en razón al grosor del buche y su apetito. En las noticias de a diario es donde mejor se aprecia lo mucho que nos parecemos a los bichos salvajes de la jungla y lo poco que nos funciona la inteligencia. Con la comida no se juega.