No es justo ni necesario

02 feb 2019 / 11:11 H.

Primero cerraron astilleros, minas, altos hornos y siderurgia. Aquel libro blanco de la reindustrialización que nos llevó a las puertas de la UE, acabó en solo tres años con casi un millón de empleos. Luego llegaron las privatizaciones, González abrió el camino y Aznar lo consolidó. Repsol, Telefónica, Argentaria, Gas Natural, Endesa y hasta 55 sociedades públicas acabaron en manos de intereses particulares con estructuras societarias en paraísos fiscales. Luego trajeron el euro y la deslocalización. Empresas extranjeras como Samsung, Honda, Philips, Gillette y muchas más, cerraron sus fábricas en España, en busca de salarios aún más bajos que los nuestros. Con nuestra economía entre el ladrillo y los billetes de quinientos, llegó la crisis. Vacías las arcas del estado, sin nada que privatizar y con menos luces que un tiovivo del XIX. Rajoy nos hizo pagar el rescate bancario y terminó con el estado de bienestar. Inmersos en la globalización, la competencia y el libre mercado, nos han dejado la única opción de pelearnos por un empleo. Da igual que seas taxista, minero, o comerciante. Esto es capitalismo, la ley así lo explica.