No hay excusas

09 may 2017 / 11:03 H.

El 1 de mayo nos sorprendió este año con un nuevo escándalo mayúsculo de corrupción política, con el segundo presidente autonómico metido entre rejas por presuntos delitos contra la hacienda pública. El primero fue Jaume Matas y ahora le sigue los pasos Ignacio González, después de un sinfín de denuncias y sospechas vertidas desde hace años por diversos medios de comunicación y por los líderes de la oposición de Madrid. No deja de sorprendernos la lentitud de la justicia y la impunidad con la que los dirigentes del Partido Popular han tratado a sus líderes frente a una corrupción tan descarnada. Mientras tanto, el presidente Rajoy habla de las bonanzas de nuestra economía, obviando la Encuesta de Condiciones de Vida que el INE acaba de hacer pública y que evidencia, con datos recientes, cuáles son en realidad esos progresos de los que el presidente habla, pero que la gente trabajadora no vemos por ninguna parte.

La encuesta nos vuelve a demostrar lo que vivimos y vemos a diario, es decir, que la desigualdad sigue creciendo y que las personas que viven por debajo del umbral de la pobreza supera ya el 20%. Sigue aumentando el número de trabajadores pobres, por un lado, por la bajada de los salarios y la precariedad en el empleo y por otro por los recortes en prestaciones sociales. Más de la mitad de las personas paradas no reciben ninguna prestación y más de un millón de familias siguen subsistiendo con todos sus miembros en paro.

El 1 de mayo, algunas personas volvimos a salir a la calle a decir y reivindicar un cambio radical en las políticas de empleo y un giro en las políticas del gobierno de la derecha. De momento los presupuestos que acaba de presentar Rajoy contemplan una reducción del 4,8% en políticas de empleo y un 7,6% menos en prestaciones por desempleo. Con esos Presupuestos las intenciones del Gobierno están claras, la lucha contra la precariedad y los derechos de los trabajadores no están en su agenda. Si el crecimiento económico no garantiza la justicia social en condiciones de bonanza, menos va a hacerlo en un escenario de precariedad laboral y en una sociedad en la que hay más de 600.000 hogares sin ingresos. Las empresas españolas empiezan a recuperar las pérdidas sufridas durante la crisis y tal y como denunciaban esta semana los sindicatos, ya no hay excusas para que el crecimiento empiece a ser redistributivo y podamos ir saliendo de la espiral de precariedad y pobreza en las que nos metió la crisis de 2008.

Es necesario cambiar la agenda del Gobierno en este sentido y la mayoría de izquierdas del Congreso tiene que demostrar que la política sigue siendo útil y necesaria para garantizar los derechos y el bienestar de las personas que más necesitan de la acción protectora del Estado. Para eso Podemos debe dejar su política de farándula y pandereta, y de autobuses propagandísticos para insultar a todo el mundo. Con insultos no se cambian las cosas, sino con propuestas y mucho trabajo. Se lo deben a la clase trabajadora y a todos los miles de votantes que han confiado en ellos para intentar tener un futuro mejor. Los socialistas de momento han conseguido aumentar en más de 50 euros el salario mínimo, hasta 707 euros y esperemos que en las negociaciones de los presupuestos sean capaces de conseguir un plan de choque por el empleo y por recuperar tantos derechos perdidos durante la crisis.

No hay excusas, necesitamos a los partidos trabajando en todas las instituciones. Necesitamos más que nunca una política limpia y fuerte que nos defienda y nos garantice derechos y prestaciones imprescindibles para vivir dignamente y tener viabilidad en nuestros proyectos de vida.