No importa el sexo

30 nov 2017 / 08:51 H.

De niño recibí la educación propia de aquella época, en la que quedaba definido cuál era el trabajo del hombre y el que correspondía a la mujer. Era natural. Con los años, intenté ir al compás del progreso y los cambios —no siempre progresivos— de la sociedad. Y hace mucho tiempo que desapareció de mí —si es que alguna lo tuve— todo atisbo de machismo, porque, en mi primitiva educación, el concepto de respeto ya existía. Condeno toda clase de menosprecio, desprecio e infravaloración hacia el sexo femenino y admito y comparto esa realidad de que todos los seres humanos somos iguales y tenemos los mismos derechos y deberes. Y lo hago con consciencia, procurando no quedarme corto ni pasarme. Quitarle méritos a una mujer no está bien, pero tampoco es aconsejable darle más de lo que cada una, así como el hombre, tiene.

Es cierto, porque está demostrado, que las mujeres están capacitadas para acceder a cualquier trabajo o responsabilidad que se les encomiende. Hay mujeres en todos los trabajos, en todos los estamentos, y las hay dirigiendo importantes empresas o presidiendo juzgados. Y lo hacen bien, aunque también las hay que, como los hombres —porque en todas partes cuecen habas— se equivocan. Y bien que se está notando en la política, en la que hay mujeres ejemplares en su función y, como es lógico, algunas que no dan la talla. Y, si su función es pública, hay que valorarlas lo mismo que a lo varones. Ahí tienen a la Aguirre, la Botella, Castedo, Alcón, Mato, Carmena, Colau y otras más que están, o estuvieron, a cada momento en el ojo del huracán. No es que haya que cargar las tintas en su crítica porque sean mujeres, pero tampoco se puede silenciar lo que parece que hicieron mal.

Ahora está saliendo a la palestra de la crítica mediática, erigiéndose en protagonista, la secretaria general y número dos de Esquerra Republicana de Cataluña, Marta Rivera. Una mujer que demostró saber mentir como mentiría el peor político, que hizo una acusación infame diciendo que el Gobierno amenazó a los independentistas con muertos en las calles y que ahora asegura que no existe la vía unilateral. Le ha echado una cara superlativa a su función, quizás porque sueña con ser la próxima presidenta de la Generalitat. De momento, más vale que esté bien despierta porque ha sido acusada por la Guardia Civil.