Nuestra calle Larios

10 jun 2017 / 11:08 H.

No hace más de quince años, la calle Larios de Málaga servía de paso a vehículos, con doble sentido, escoltados por dos exiguas aceras y con finalización en una plaza de la Constitución, de tonos grises y ruido sin fin, donde giraban varios carriles de asfalto. Dos años después de su peatonalización, esta calle cambió la faz turística, comercial y social de la ciudad, convirtiéndose en la columna vertebral de la ciudad, con beneficios que se han ido extendiendo poco a poco a todo el centro histórico. Hoy día, esta vía está situada como la quinta calle más cara de España y la primera de las que no pertenecen a Madrid o Barcelona. Todo un ejemplo de desarrollo urbanístico, que ha provocado que la demanda de locales está por encima de la Rambla de Barcelona o la Gran Vía de Bilbao. Curiosamente, la peatonalización estuvo precedida de una agria polémica por la aparición de un grupo de vecinos y comerciantes contrarios al proyecto, probablemente apoyada por el grupo político de la oposición. No pocas críticas recibiría aquel equipo de gobierno municipal de la capital malacitana, cuando hizo caso omiso a las duras quejas recibidas y llevó a cabo un proyecto en el que de verdad se creía. Planificación de la estrategia, y valentía en la ejecución, dos ingredientes necesarios para los dirigentes de cualquier organización.

Tan necesaria, como tardía, la ciudad de Jaén inicia ahora su fase de peatonalización más ambiciosa. Por otoño, se cerrará al tráfico rodado la calle Bernabé Soriano, “La Carrera”, nuestra Calle Larios, y la Plaza de Santa María, esta, sin parangón mundial. Un proyecto digno de reconocimiento, al que apoyamos y aplaudimos, pues, sin duda, contribuirá a crear el verdadero empuje comercial, turístico y social de nuestra ciudad. El comercio tradicional, lejos de huir, habrá de adaptarse a lo que es un gran centro comercial abierto, como mejor estrategia de defensa ante las voraces fauces de enormes centros comerciales a las afueras de la ciudad, en manos de fondos de inversión ansiosos de retribuir capital extranjero. A pesar de que la peatonalización será un punto de inflexión en el desarrollo económico y social de la ciudad, tengan por seguro que aparecerán, al igual que en Málaga, grupos reacios al cambio y que se opondrán a que las personas ganen terreno a los humeantes coches. Ante esto, coherencia y valentía del equipo de gobierno municipal, cuya misión encomendada es hacer grande su ciudad. Cierto es que se produce un estrangulamiento del barrio sur, al que se debe facilitar su acceso rodado. A falta de rigor técnico, me atrevo con la idea de un paso subterráneo en la plaza de San Francisco, parking incluido, que enlace la calle Álamos, con la Alcantarilla. De ideas extravagantes, negocios prósperos. Igualmente, la peatonalización se podría ampliar en fases ulteriores a Roldán y Marín, Madre Soledad Torres Acosta y Jardinillos, accediendo los vehículos a Doctor Eduardo Arroyo por Millán de Priego y Castilla. “El éxito de un gobierno debe definirse por su capacidad para facilitar la felicidad y el bienestar de sus ciudadanos, y esto debería reemplazar viejos paradigmas que se centran, de manera abrumadora, en el desempeño económico”, esta es la conclusión a la que se ha llegado en la última Cumbre Mundial de Gobierno celebrada en Dubái. Y es que la Felicidad Interna Bruta es más importante que el Producto Interior Bruto. Allá, por el “Barrio de la Alegría”, cantan los pájaros, pasa el tranvía, vecinos y visitantes caminan por sus calles, saludándose, y diciendo “Buenas tardes, María”, y ella, rodeada de macetas, sonríe, una vez, y por siempre, en la Calle Melancolía.