Nuevamente, la cruel realidad

03 feb 2019 / 11:20 H.

En unos días acaba la campaña de recolección de aceituna. Las estadísticas de empleo volverán a sufrir su cíclico revés, aquí la temporalidad manda. Sea quien sea quien gobierne en Sevilla o Madrid, a Jaén, el ojo que todo lo ve, el Sauron del Señor de los Anillos, le tiene echado el cenizo. Y esto no es nada nuevo. Desde la década de los 60 del siglo XX, aceituna y emigración, no queda otra. Por tanto dejemos de hablar ya de coyuntura, esta manera de proceder tiene visos de ser algo bien armado como estrategia. A pesar de nuestra excelente situación geográfica se nos usurparon las circulaciones ferroviarias, motor económico de primer nivel allá donde existen; en torno a las autovías que cruzan nuestro territorio no se incentivaron grandes centros logísticos y, a pesar de ser una potencia mundial en la producción de aceituna y aceite, no hay arraigada una industria de maquinaria auxiliar para las tareas agrícolas. Si desde la iniciativa privada no se han hecho grandes esfuerzos, tampoco desde lo público se ha llevado a cabo un diseño en positivo que diese a Jaén alternativas.