Otro pulso perdido

09 jul 2018 / 08:27 H.

La dirección provincial del Partido Popular tiene experiencia en esto de unas elecciones primarias y sabe cómo los compromisarios son capaces de tumbar las votaciones de la militancia. Hay un pasado traumático demasiado reciente, con dos facciones en liza, que los protagonistas de esta historia con muchos capítulos que contar reviven en estas jornadas propicias para el rescate de las urnas. Los afiliados participaron con un porcentaje más que aceptable para elegir a su líder nacional. La jornada fue agradable en temperaturas y, en términos generales, el tiempo animó al electorado a acudir a las sedes. Sin embargo, a tenor de los resultados, queda claro que la militancia jiennense nadó a contracorriente en un mar de aguas revueltas. Jaén votó a María Dolores de Cospedal y la ganadora fue Soraya Sáenz de Santamaría. Eso sí, aquí el refrán de “hasta el rabo, todo es toro” viene como anillo al dedo, porque ya se sabe que, en este enrevesado proceso, lo que digan los que tienen carné nunca va a misa.

Son los compromisarios los que, en una segunda vuelta, llevan la voz cantante. Que se lo digan al alcalde de Porcuna, Miguel Moreno, que no es presidente provincial del Partido Popular por culpa de unos estatutos que alguien tendrá que cambiar algún día. Paréntesis aparte, después de una primera votación, en la que ganó por papeletas la exvicepresidenta del Gobierno, con el beneplácito de la dirección andaluza, llega el momento de Pablo Casado. Es corta la distancia que separa a uno de otro en una batalla en la que, por cierto, es importante recordar que se libra dentro de un mismo partido político. Sáenz de Santamaría luchará, a partir de ahora, por conseguir una integración cuyo melón se encargó de abrir en Andalucía Juan Manuel Moreno Bonilla. Casado centrará sus esfuerzos en negociar con María Dolores de Cospedal para que convenza a sus seguidores de que la mejor opción es él. No le queda otra que jugar el as que guarda bajo su manga. Solo así podrá salir fortalecido de un proceso en el que todavía queda bastante tela que cortar.

El caso es que la gente de Jaén que votó a María Dolores de Cospedal no salió muy bien parada en esta trascendental cita. Los que se mantuvieron neutrales y optaron por no mojarse, tampoco. No hay muchos, pero sí uno señalado: el máximo representante del Partido Popular en el mar de olivos. A Juan Diego Requena le retumba el silencio en los oídos después de dar la callada por repuesta y optar por su ausencia en las visitas de los líderes a su tierra para hacer campaña. Y, en el otro extremo, está José Enrique Fernández de Moya, hombre de la expresidenta de Castilla-La Mancha así llueva o truene. Hay quienes dicen que el presidente de honor últimamente pone un circo y le crecen los enanos, una coloquial expresión comparable a una situación política que no refleja su mejor momento. Investigación judicial aparte, desde que se fue a Madrid como secretario de Estado de Hacienda no sale de una cuando ya está metido en otra. Sus roces internos con el presidente regional, Juan Manuel Moreno Bonilla, forzaron su salida de la dirección provincial con el “cuento” de la incompatibilidad de cargos con la que Génova claudicó. Fue el primer pulso perdido del jiennense, que vio cómo después en San Clemente se armó la de San Quintín para elegir a su sucesor. El líder andaluz, que arriesgó al destapar públicamente sus cartas a favor de Soraya Sáenz de Santamaría, sale fortalecido con los resultados de estas primarias inéditas y hará lo imposible por convencer a la nueva dirección jiennense de que hay aguas que son pasadas y que hay que mirar al futuro. El segundo pulso también está perdido. Puede haber más.