Paisajes del futuro

30 oct 2018 / 11:33 H.

La banda inició la marcha fúnebre. El coronel advirtió la falta de un cobre y, por primera vez, tuvo certidumbre de que el muerto estaba muerto. Así relata García Márquez cómo su personaje del coronel toma conciencia de la realidad. Asistimos al ejercicio de la política actual como quien ve un reality show. Lo justificamos atribuyéndolo a conductas individuales y excéntricas de individuos que como Trump gestiona su poder desde la idea del odio idealizado, no material, sin considerar su contenido. Lo difunde como metodología a seguir para superar la frustración y el resentimiento de las clases medias, mientras defiende a las altas. Una política imperialista siendo él un miembros del imperio real, las empresas transnacionales. El método consiste en transformar las frustración individualista en resentimiento y emociones ultranacionalistas para dar una cobertura colectiva frente a todo lo que desea se perciba como agente agresor. Su idea es gestionar la globalización desde un nacionalismo totalitario en el que la crítica, la disidencia e interés contrario a las transnacionales no tienen cabida, son agentes enemigos de la nación. Ha encontrado en las redes el modo de construir la masa que lo apoya. En esta —como afirma Gustave Le Bon—, la simpatía se transforma en adoración acrítica de sus ideas y la antipatía en odio, considerando enemigo a toda persona que no las admita. La consecuencia son personas que se consideran legitimadas a imponer las ideas en la esfera pública mediante la violencia, desde el miedo. Materializan en delitos de odio. Rechazo a grupos étnicos, asesinatos antisemitas, envió de paquetes bomba para amedrentar a críticos, cazadores de inmigrantes en la frontera. El modelo encuentra acomodo en todo el imperio. Ciudadano inglés rechaza a una mujer negra como pasajera junto a él, española agredida en Inglaterra por hablar en español, política xenófoba y racista del gobierno italiano. ¿Qué parte de esta estrategia del odio se estará incubando en España a la luz de la espiral discusiva en la que han entrado los partidos de la derecha? ¿Cómo nos podemos levantar sorprendidos por la victoria de Bolsonaro, con una propuesta de gobierno de militares y la futura trascendencia que tendrá para toda América y el medio ambiente mundial? Apaguemos el reality. Este ya lo hemos visto. Hitler llegó al poder en minoría, al igual que Mussolini, generando una estrategia de violencia social y haciendo ver que solo ellos eran quienes podían eliminarla. Presionaron a los poderes electos para que les concediesen el poder, eliminando después cualquier resto democrático. Ante las próximas elecciones no se eligen escaños. Se ha de elegir el compromiso democrático. Cuando se hace política el enfrentamiento —origen del odio— reinterpretando los acuerdos para ganar votos en lugar de difundir el consenso alcanzado, como ocurre con la puesta funcionamiento del tranvía, el Ayuntamiento busca el mantenimiento de su poder, no la calidad de vida de la ciudadanía. No se puede frenar para mostrar el fracaso de la izquierda. Es un fracaso de la democracia. Pudiese parecer que el interés está en la ventaja de particulares y no el de la ciudadanía. Quién dice que Mariano José de Larra no fue un visionario al entender que la ciudad es realmente un cementerio repleto de nichos. ¿Estaremos todos muertos y de ahí nuestra incapacidad de reacción?