Papiroplexia o cocotología

02 jul 2017 / 10:37 H.

La Papiroplexia o Cocotología consiste en hacer, mediante dobleces en un papel, figuras sin auxiliarse de tijeras o pegamento. Invento chino que se remonta al siglo I o II, asociado al descubrimiento del papel, pasó a los japoneses en el siglo VI que le dieron el nombre de Origami haciendo de él un arte imponiéndolo en sus escuelas. Durante el siglo VIII fue conocido por los árabes que al principio reproducían figuras de animales. Al prohibir su religión la representación de animales y personas lo abandonaron. A Occidente lo trajo Marco Polo en el siglo XIII sin mucho éxito ya que se prefería el pergamino al papel. Fue a partir del siglo XIX cuando adquirió importancia al adoptarse el papel en todo el mundo. Desde entonces tuvo un desarrollo importante como prueba su incorporación a los Planes de Estudios de los estados europeos en la titulación de Magisterio o Profesorado de la Enseñanza Básica. Se impartía en la asignatura de Trabajos Manuales. Como todos los estudiantes de aquella titulación aprendí a hacer pajaritas (aunque las más logradas, según la literatura de la época, eran las que confeccionaban los funcionarios que tenían poca tarea), también ranas, elefantes, cuerpos geométricos y otra serie de figuras que luego enseñábamos a los niños (pensando maliciosamente que la asignatura, puesto que no existía la TV y el fútbol contaba con menos adeptos, era necesaria para que los ciudadanos se entretuvieran y no pensaran en la crítica al gobierno).

La utilidad radicaba en que podía ser una buena forma de decorar, mostrar habilidades y entretener. Políticos incompetentes, además de aquellos que confundieron los partidos con las OEM (Oficinas de Empleo para Mangantes), se debieron entretener en hacer pajaritas, ranas, etcétera, y reinventaron el abanico de papel, aún sin patentar, que si se pudiera explotar, comercialmente, debería proporcionar algunas “comisiones” de los colegios que todavía siguen, por toda España, sin contar con la climatización adecuada; la solución propuesta proviene de consejeros de la Comunidad de Madrid que nos muestran su competencia e idoneidad para los cargos que ocupan, al “acertar” a resolver los problemas que, para los niños, suponen las olas de calor. Los consejeros de Educación y de Sanidad son un modelo de sentido común, especialmente el último, un tal Jesús Sánchez Martos, que es médico de profesión ¡posiblemente pediatra!

Suma y sigue: otros dos políticos caraduras e incompetentes para añadir a los que se dedican por “vocación” y que tanto abundan en las comunidades autónomas y en el Gobierno de la Nación.