Para nada es casual

31 dic 2017 / 00:26 H.

Los incendios e intoxicaciones por gases de los braseros han ocurrido siempre. Lo que no es casual es que esto ocurra, cada día más, en domicilios de ciudades y grandes municipios. La situación de crisis está ahí, es patente. La falta de trabajo, las pensiones que apenas llegan, ayudan mucho; y la puntilla es un precio de la electricidad inasumible para los desheredados de esta sociedad. Hay cientos de domicilios que recurren al brasero de toda la vida, de picón o carbón, con el riesgo que conlleva. Basta con leer el periódico o escuchar las noticias para darnos cuenta de que esto no es mera casuística, es una cruda realidad. Una sociedad es moderna, justa y solidaria cuando sus ciudadanos tienen, cuando menos, cubiertas las necesidades básicas, la electricidad debiera serlo. Pues nada, España parece empeñada en convertirse en una realidad donde los más necesitados no importan. A los hechos me remito. La electricidad ha dejado de ser un derecho para convertirse en artículo de lujo que solo sirve para engordar las arcas de las eléctricas bajo la aquiescencia gubernamental.